lunes, 14 de octubre de 2013

Paseos nocturnos por Palma para aterrizar en Mallorca

En septiembre de 2012 aprovechamos unos días de vacaciones para conocer la isla de Mallorca. En total fueron ocho días que nos sirvieron para descubrir que hay vida más allá del turismo alemán en esta isla balear. Por supuesto que nuestro viaje no fue el típico. No van con nosotros esas cosas de meternos toda la semana en el mismo hotel. Dormimos cuatro noches en Palma, otras tres en un coche que alquilamos para recorrer la isla y una más en el núcleo de Artá. El recorrido nos deparó numerosas sorpresas y durante la singladura hubo de todo: Arte, naturaleza, calas de agua transparente...

Llegamos a Mallorca procedentes de Asturias un 25 de septiembre. A media tarde aterrizamos en el aeropuerto y tras subirnos en un autobús llegamos al centro de Palma. Lo siguiente que hicimos fue buscar el hotel que ya teníamos reservado. El hotel, que pagamos con una caja regalo que todavía teníamos de la boda, no tenía que ver con los que solemos frecuentar: terraza, piscena, bufete de cena y desayuno... en fin. Todo un lujo para unos viajanderos como el Komando Gorteak.

Vistas nocturnas al puerto desde el interior de nuestra habitación

Tras una suculenta y copiosa cena, fuimos a dar un paseo para tomar el pulso a la ciudad

El paseo nos llevó por los alrededores del puerto, donde teníamos el hotel

Una última toma nocturna de la zona donde se encuentran casi todos los hoteles de Palma

Aquella noche el paseo no fue demasiado intenso. Nos centramos únicamente en patear la zona del puerto. A parte de que era bastante tarde, queríamos descansar. Sabíamos que por delante todavía nos quedaban un montón de jornadas para disfrutar al máximo. A la mañana siguiente, madrugamos para aprovechar la jornada, que se despertó envuelta en nubes.

Así amaneció el 26 de septiembre en Palma de Mallorca

Aquella jornada teníamos pensado tomárnosla con mucha calma. Una de las cosas que queríamos hacer en Mallorca era pasar un día en un parque acuático. Quizás fuera por llegar de Asturias o porque llevábamos años y años sin disfrutar de un lugar de este tipo. Lo cierto es que teníamos ganas de pasar un día entre toboganes y atracciones del estilo. Según las previsiones del tiempo, aquella jornada sería la más soleada de todas. Así que no lo pensamos y allá que nos fuimos. Aqualand nos esperaba.

Esperando nuestro autobús junto a la estación de tren hacia Soller

Tras la visita al parque acuático, regresamos al hotel. Allí recogimos nuestras mochilas y nos fuimos en busca de una pensión más céntrica y también más acorde a nuestro presupuesto. No tardamos en dar con uno de los alojamientos más asequibles de la ciudad, situado en pleno centro histórico de Palma. Así si.

Una de las peculiares viviendas que nos encontramos durante el trasvase de equipajes

Ya sin  mochilas, nos fuimos a conocer el centro histórico de Palma

Una de las plazas que nos cautivó y que frecuentamos varias veces

Aquella noche la aprovechamos de verdad. A parte de tapear y tomar cañas por la zona del centro, también entramos en contacto con una ciudad que tiene muchas cosas que descubrir. No faltaron los paseos entre edificios modernistas. Ni tampoco entre los lugares más medievales de la ciudad. La noche, como suele ser habitual en estos casos, se alargó hasta bien entrada la madrugada. Estábamos disfrutando de lo lindo.

Hojas frente a dos edificios de clara influencia gaudiana

Palma de Mallorca, amalgama de comercios, edificios históricos y modernos

Durante el recorrido, en el que nos dejamos llevar por la intuición y no por los mapas, acabamos llegando al entorno de la Catedral. Allí, en el Parc de la Mar descansamos mientras nos dejábamos llevar por los reflejos. Fue un pequeño descanso reparador después de varios kilómetros andando. Eso sin contar la paliza que nos dimos en el Aquapark yendo de atracción en atracción.

Balón de fútbol flotando en el estanque junto al reflejo nocturno de la Catedral

Callejeando por el entorno de la Catedral y las murallas de Palma de Mallorca

Juego de luces y sombras en una de las zonas más vetustas de la ciudad

Paseando sin descanso dimos con esta panorámica nocturna de la Catedral de Palma

La noche iba transcurriendo entre tranquilos paseos por calles a veces desiertas. La verdad es que nos encontrábamos muy a gusto paseando por Palma. Cuando llegamos a los alrededores de la Plaza de San Francisco hicimos otra pequeña parada, aquí para tomar unas degustaciones. Casi sin buscarlo nos enteramos de lo estrictos que son los horarios de cierre en muchos bares de la ciudad, sobretodo cuando la temporada alta ha finalizado.

Una última caña antes de cerrar la noche en los locales de Palma

La noche terminaba, pero antes de acostarnos echamos un vistazo al Modernismo de la zona

Un peculiar bajo ornamentado con hierro y vidrio, derroche moderno

Y la última toma del día, en la plaza Mayor de Palma

Aquella noche dormimos como lirones. No solo estábamos cansados por los largos paseos de bienvenida a la ciudad de Palma. También lo estábamos por nuestra visita al parque acuático. Las vacaciones no habían hecho si no comenzar y ya estaban cundiendo. A la mañana siguiente tocaba madrugar para conocer a fondo esta ciudad que ya nos había embelesado durante la noche. Mallorca prometía.

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