jueves, 30 de enero de 2014

De Formentor a Pollença, por el norte de Mallorca

Tras dormir acunados por los truenos en el faro de Formentor, amanecimos ese 30 de septiembre entre espesos nubarrones. La tormenta se alejó por la noche, pero tras ella vinieron nubes y lluvias que marcarían el devenir de aquella jornada. Dadas las condiciones climáticas planificamos una jornada más liviana que la anterior. Nos centraríamos en conocer las localidades de Pollença y Alcudia, en el norte de Mallorca. Y después nos acercaríamos hasta Artá, donde pasaríamos la noche, esta vez, en una cama.

Cuando despertamos el faro de Formentor aun estaba desierto. Solo habían llegado los trabajadores del bar que allí existe. Aprovechamos a tomar un café antes de que los autobuses de turistas hicieran acto de presencia. Y cuando el jaleo nos comenzó a agobiar pusimos rumbo hacia Pollença. Esta vez nos pudimos deleitar con las panorámicas que ofrece esta carretera que habíamos recorrido entre rayos la noche anterior.

Las vistas desde Formentor seguían siendo impresionantes

Al fondo a la izquierda se intuye el faro donde pasamos la noche, un lugar encantado

A medio camino, cerca de Cala Bóquer, hicimos una breve parada

Solo la lluvia nos impidió disfrutar de las vistas que ofrecía este mirador

La mar estaba brava y el cielo cubierto a más no poder

La verdad es que la jornada era bastante desapacible. La lluvia era constante y apenas nos dejaba apearnos del coche. Así que después de las fotos de rigor en el mirador regresamos a la ruta prevista. Eso si, como vimos que la mar estaba bastante revuelta, optamos por hacer una nueva parada en un pueblo costero. Así, sobre la marcha, llegamos al pequeño núcleo de Cala Sant Vicenç.

La lluvia hizo ademán de parar un poco y pudimos disfrutar del temporal de mar

Poco después llegábamos a Pollença, al norte de Mallorca

Pollença es un pueblo de interior situado muy cerca de la bahía a la que da nombre. A parte de ser frecuentada por sus calles de aire medieval y por su entorno, esta localidad es conocido por su actividad cultural. Artistas como Santiago Rusiñol o Anglada Camarasa trabajaron en estos parajes. Así que viendo como estaba el día pensamos que lo suyo sería dar, al menos, un paseo por sus calles.

Vista panorámica y aérea de Pollença desde lo alto del Calvario

Un vistazo a las escaleras que hay que ascender para llegar a lo alto

Callejeando por las calles de la localidad

El paseo lo hicimos prácticamente en soledad

Mucha de la gente que llega hasta Pollença se acerca únicamente hasta la capilla del Calvario, donde las vistas del pueblo son amplias. Así que, por decirlo de alguna manera, la visita turística se centra en subir las escaleras que dan acceso al mirador y dar un paseo por las calles aledañas a este lugar. Nosotros, como solemos hacer, callejeamos más allá del centro turístico para conocer un poco mejor este lugar. Tras un buen rato por calles prácticamente desiertas, regresamos a la plaza Mayor, donde nos encontramos con un colorido mercado de frutas y verduras.

Aceitunas y encurtidos varios, todo un manjar de estas tierras

Las hortalizas, también muy valoradas en esta zona de la isla

Un vistazo a la torre de la iglesia parroquial de la localidad

Una de las calles más llamativas, esta vez por su empedrado


Y un último vistazo a modo de detalle antes de seguir con el viaje

Tras un par de horas largas de paseo por las principales calles e iglesias de Pollença, pensamos que había llegado el momento de continuar con la ruta. La verdad es que a pesar de la lluvia y el día gris, el recorrido por esta localidad norteña nos había dejado un muy buen sabor de boca. Quizás solo echamos en falta un poco de buen tiempo para disfrutar del entorno natural de esta parte de la isla. Así pues, regresamos al coche y seguimos con el recorrido. Nuestra siguiente parada sería la histórica Alcudia, a pocos kilómetros.

sábado, 18 de enero de 2014

Crónica de una tormenta en Formentor (Mallorca)

Tras en pequeño parón de este último mes, volvemos a la carga. Y continuamos donde lo habíamos dejado. Aquel intenso 29 de septiembre habíamos despertado en el Puerto de Soller (Mallorca) y habíamos realizado una de las rutas más espectaculares de la isla: el torrent de Pareis. Pero todavía nos quedaba tiempo para seguir explorando nuestro destino de aquellas vacaciones. La tarde noche de esa jornada la pasaríamos entre el puerto de Pollença y el cabo de Formentor, donde finalmente pernoctaríamos.

Las predicciones de tormenta se cumplieron. De camino al puerto de Pollença ya nos cayó una buena chaparrada. Una vez en destino aprovechamos una pequeña tregua meteorológica para dar un paseo por las aguas de la bahía de Pollença, al norte de la isla. Si habíamos recorrido la sierra de tramontana de este a oeste, qué mejor manera que acabar este tramo del viaje en este lugar.

Myriam catando la temperatura del agua en la bahía de Pollença

Había ganas de baño, pero las nubes de tormenta nos echaron para atrás

Barruntaba tempestad y nosotros sin tener claro donde pasar la noche

Como era de esperar los presagios no tardaron en cumplirse llenando de gotas la luna del coche

Una breve parada para conseguir provisiones para la cena y el desayuno

En el puerto de Pollença dimos con un pequeño supermercado que nos sirvió para comprar algo de comida. Aprovechamos que teníamos el coche aparcado para parar a tomar un vino y de paso consensuar por dónde continuaríamos. Estaba claro que no teníamos muchas horas de luz y que había que buscar un lugar para pasar la noche. Miramos el mapa y vimos que no muy lejos se encontraba la península y el cabo de Formentor. Y que se encontraba justamente hacia donde avanzaban las tormentas. Decidido, nos acercaríamos hasta allí y si el lugar nos gustaba quedaríamos a dormir. El recorrido por la estrecha y serpenteante carretera fue mágico. Más aún con una noche cerrada solamente iluminada por los rayos.

Tras las últimas curvas de la carretera llegamos al Cabo Formentor

Desde aquella magnífica atalaya disfrutamos de la tormenta en el mar, un espectáculo único

A pesar de la oscuridad, la gran cantidad de rayos nos alumbraba sin descanso 

Disfrutando del poder eléctrico y sonoro de la naturaleza

Otra toma más de la tormenta, ahora con un flashazo de relleno

El último coche que había en el faro dejándonos este lugar idílico para nosotros solos

Lo cierto es que estábamos más que contentos con nuestra elección. El cabo Formentor nos estaba pareciendo un lugar magnifico. Además, cuando se marchó el último coche del lugar pudimos disfrutar de esta zona en completa soledad. El silencio solo estaba roto por los truenos. Preparamos la cena entre las luces del faro y de la tormenta y adecuamos el coche para dormir. Eso si, antes de acostarnos me entretuve un rato jugando con las luces. Me encantan las tormentas y no me dejan dormir. Prefiero fotografiarlas.

El faro del cabo Formentor durante una noche plagada de luces tormentosas

Al estar tan expuesto, las panorámicas del Mediterráneo son sublimes y amplias

Los rayos no paraban de aparecer a uno y otro lado, a una distancia prudencial

A veces la toma se centraba en los paisajes costeros y en ella se colaba un rayo

Preparando la habitación para pasar la noche con vistas al noreste de Mallorca

Apurando los últimos rayos de la noche antes de acostarnos

Y la última foto. Tras un largo y ajetreado día, nuestro cuerpo nos pedía descansar

A lo largo de la noche la tormenta se fue alejando. Así que dormimos a pierna suelta. La mañana siguiente se despertó nublada y lluviosa. Por lo que tuvimos que organizar la jornada en base a estas condiciones. Pero esto será otra historia.