jueves, 27 de diciembre de 2012

A Santiago en bicicleta 2 (Coaña - San Martín de Oscos)

Tras la primera etapa del viaje a Santiago en bicicleta, llegaba la segunda jornada. Nos despertamos relativamente bien, sin agujetas y con fuerzas para seguir adelante. Eso si, eramos conscientes de que aún nos quedaban unos cuantos días de pedaleo. Y sobretodo, sabíamos que nos enfrentábamos a lo que sin duda iba a ser la etapa reina del recorrido. A pesar de ser la más dura, la llevamos a cabo sin problemas ni pájaras. Quizás fueron el paisaje montañoso y los bosques de especies autóctonas que atravesamos los que nos dieron fuerzas para superarlo.

La segunda etapa nos llevó desde Coaña a San Pelayo, un pequeño pueblo del concejo asturiano de San Martín de Oscos. Aquella jornada pedaleamos durante 68 kilómetros. Eso si, ascendimos un total de 1.700 metros. A saber: cinco puertos de quinta categoría, uno de cuarta, dos de tercera y otros dos de segunda. Un día maratoniano que superamos mejor de lo esperado.

Despertando al alba en Coaña, para aprovechar las horas menos calurosas

Antes de empezar lo básico: estiramientos y calentamientos para evitar lesiones y daños

Saliendo de Coaña y dejando el Cantábrico y Navia al fondo

Las previsiones de la jornada eran claras. La mayor parte del recorrido lo haríamos subiendo. Y el resto bajando. Tendríamos poco espacio para llanear. Fue salir de Coaña y comenzar con la primera subida del día. Seguiríamos la carretera AS - 12 hasta el final del día pasando por una zona del suroccidente asturiano realmente interesante. Vamos, que salvo el paisaje, el resto fue sufrir para llegar a meta.

Durante todo el día disfrutamos de paisajes y paisanajes arraigados en el Occidente

La primera ascensión nos regalaba vistas como esta

Tras una pequeña bajada, llegamos al núcleo de Serandinas

Y de nuevo otra subida, ésta hasta el mirador del castro de Pendia

Las fotos siempre eran una buena excusa para hacer una pequeña parada

Tras una larga subida (el segundo puerto de tercera del día) llegábamos a Boal

Sellando las credenciales en el Ayuntamiento de Boal

En Boal hicimos una parada para sellar las credenciales, descansar e hidratarnos. También aprovechamos para conocer un poco más de cerca la arquitectura y las calles de este núcleo asturiano famoso por su miel.

Detalle arquitectónico de Boal, en el Occidente asturiano

Uno de los numerosos lavaderos que pueblan este municipio

Y saliendo de Boal hacia Illano nos encontramos con Villa Anita, una auténtica joya

Detalles de uno de los iconos del modernismo rural en Asturias

Una costrucción donde, sin duda, la imaginación se desborda y vuela

Esta segunda etapa que realizamos no está dentro del camino de Santiago. Habíamos abandonado el trazado del norte en Navia y no volveríamos a encontrarnos con otro trazado, el primitivo, hasta llegar a la provincia de Lugo, algo que haríamos al día siguiente. La decisión de optar por esta ruta fue para hacer noche en Los Oscos, en la casa de Marcelino, tío de Myriam y alma mater de esta expedición en bicicleta. El fue quien nos metió los perros en danza y nos ayudó con el recorrido hasta Santiago. A cambio, nos acompañaría durante dos medias jornadas, nos acogería amablemente en su casa y nos daría algún que otro consejo para hacer más llevaderos los kilómetros y el cansancio. Todo un lujo.

Descendiendo de Boal hacia el embalse de Doiras

Proximidades del núcleo de Doiras, donde nace uno de los muchos embalses del río Navia

Tras la bajada, muy agradecida, llegamos al fondo del valle, a los pies del embalse

Y aquí nos encontramos con Marcelino, que había llegado en bicicleta para acompañarnos

Llegando al núcleo de Cedemonio, de nuevo, el paisaje tan soberbio como las subidas

Arquitectura tradicional para el aprovechamiento de la miel

Panorámica desde Illano, donde también sellamos las credenciales

Disfrutando del paisaje y de una carretera poco transitada, tranquila y natural

Tejados de pizarra en el núcleo de San Esteban de los Buitres

Mirador de San Esteban, al fondo a la izquierda Illano, núcleo del que veníamos

Y aquí un vistazo hacia el lugar por donde continuaríamos la ruta 

Descendiendo hacia el fondo del valle con una mano en el manillar y otra en la cámara

La jornada seguía avanzando y las piernas poco a poco iban notando el cansancio. Pero aun así debíamos mantener la mente centrada. Todavía nos quedaba un puerto de cuarta categoría, otro de quinta y para rematar la jornada, una última ascensión a otro puerto de segunda categoría. Vamos, la guinda del pastel.

Llegando al núcleo de Pelorde, camuflado entre bosques y vides

Sellando la credencial en Pesoz, la última parada antes del final de etapa

En Pesoz abandonamos la carretera As-12 por la que habíamos transitado todo el día. Aquí tomamos la As-13 en dirección a San Martín de Oscos. Solamente nos quedaban por cubrir los últimos diez kilómetros de la etapa, de los que ocho eran subida sin descanso. Tocó sufrir, pero al final llegamos a meta.

Una última bajada hasta el fondo del valle para atacar, por fin, la última subida

Una pequeña parada para observar por donde nos llevaría la carretera, al fondo

Y una toma más para divisar la parte del puerto que ya habíamos ascendido

Tras una rampa del 20% de desnivel, llegamos a la casa de Marcelino en San Pelayo

Nada mejor que una ducha y una buena cena para descansar de un largo día de bicicleta

Aquella tarde, después de la necesaria ducha, nos fuimos en coche hasta Fonsagrada, en Lugo. Allí hicimos unas compras y perfilamos lo que sería la siguiente jornada. Después de transitar por las dos opciones que teníamos, optamos por llegar a Fonsagrada desde Santa Eulalia de Oscos, evitando así el puerto del Palo. Una vez de regreso en San Pelayo (San Paio para los nativos), disfrutamos de una buena cena, una mejor sobremesa y unos inigualables chupitos caseros. Ni que decir tiene que aquella noche dormimos de un tirón. Al día siguiente tocaba continuar con la ruta. La provincia de Lugo ya estaba a un paso.

jueves, 20 de diciembre de 2012

A Santiago en Bicicleta 1 (San Esteban - Coaña)

El domingo 26 de diciembre iniciamos un viaje cuanto menos peculiar. Montados en nuestras bicicletas partimos hacia Santiago. Independientemente de las creencias en las peregrinaciones, nosotros queríamos probarnos con este medio de transporte. Y también teníamos ganas de hacer este recorrido un tanto alternativo que nos llevó por paisajes de ensueño durante 5 días. Resumiendo: cinco etapas, 370 kilómetros en nuestras piernas, carreteras desérticas y una experiencia para repetir y compartir.

Durante la primera etapa fuimos desde nuestra casa en San Esteban hasta el núcleo de Coaña. En total aquella jornada pedaleamos durante 87 kilómetros siguiendo la línea de costa asturiana en dirección a Galicia. Subimos cinco puertos de quinta categoría y otros dos de cuarta. El desnivel acumulado de subida rondó los 920 metros. Vamos, que para ser el primer día de viaje no estuvo nada mal. Eso si, forzamos la máquina aprovechando nuestra frescura y con la idea de mitigar la dureza de la siguiente etapa.

Saliendo del puerto de San Esteban con la desembocadura del río Nalón al fondo

Parada y foto de rigor en Muros de Nalón, todo listo para la aventura

La ruta más o menos estaba preparada. En todo momento iríamos por carretera, evitando siempre que pudiéramos los viales nacionales y muy transitados. También sabíamos donde podíamos dormir, pero todo iría según la marcha y según nos encontráramos durante el recorrido. Para la primera jornada teníamos pensado dormir antes de llegar a Navia. Pero nos vimos con fuerza y continuamos un poco más. Además nuestras bicicletas, bautizadas como Jimena e Isina antes de partir, iban respondiendo sin problemas.

Mirador en las proximidades de la playa de San Pedro, en Cudillero

Una de las imágenes más repetidas durante toda la peregrinación

Al principio llevaba la cámara colgada del manillar y tomaba fotos cuando paraba. Pero no tardé mucho en cambiar la ubicación de la misma. Pronto me colgué la cámara sin funda en el cuello y aprovechaba para tirar fotos mientras pedaleaba. De ahí que muchas de las tomas de este viaje no sean muy allá en cuanto a encuadre y mediciones. Y de ahí también que la carretera sea lo que más se repita. Al fin y al cabo fue lo que más hubo durante esta expedición.

Circulando fresquitos, de buena mañana y sin apenas tráfico por el concejo de Cudillero

Foto de pelotón con las caras tan frescas como nuestras piernas, en ese momento, claro

Poco a poco el calor y las subidas comenzaban a hacer mella en la expedición

Cartelería publicitaria en las proximidades de Queruas, en el concejo de Valdés

La playa de Cueva vista desde la carretera tras una pequeña ascensión

El pueblo de Cueva con la desembocadura del río del Esva al fondo

Llegar a Luarca en bicicleta y de un tirón fue toda una satisfacción para nosotros

Un pequeño descanso con caña y pincho de tortilla antes de continuar con la ruta

Reanudar la marcha tras la parada se hacía duro y más si había cuestas de por medio

Arquitectura tradicional en las proximidades de Otur, Valdés

La jornada avanzaba y los kilómetros seguían cayendo. Pasamos por el albergue de Piñera, en Navia. Pero optamos por continuar la marcha. Las piernas aguantaban y todavía teníamos unas cuantas horas de luz por delante. Además, según las previsiones, la etapa siguiente iba a ser dura y montañosa. Así que preferimos rodar más y así quitar kilómetros a la que de todas todas iba a ser la etapa reina. Navia estaba a un paso.

Detalle modernista en Navia, donde hicimos una pequeña parada

Una vez llegamos a Navia abandonamos el camino del norte y la antigua nacional que durante casi todo el día habíamos seguido. La idea era llegar a los Oscos y desde allí a Fonsagrada, donde entroncaríamos con el camino primitivo. Pero en esos momentos lo que importaba no era la ruta, si no encontrar un lugar en el que dormir. Nos dirigimos a Coaña, donde creíamos que había un albergue municipal.

Ascendiendo a Coaña, ahora si que las piernas notaban el cansancio

Llegamos a Coaña exhaustos, con ganas de descansar y sin lugar para dormir

No tardamos en descubrir que el albergue de Coaña estaba cerrado. Así que tuvimos que buscar una alternativa. Con el sudor adherido al cuerpo buscamos a lugareños para que nos informasen de algún lugar en el que pasar la noche. Una opción era seguir ruta hasta Serandinas, donde sabíamos de un albergue. Pero esoo exigía unos 20 kilómetros más, la mayoría de ellos en ascenso. Hubiéramos llegado, pero muy tocados por el cansancio. Así que optamos por la segunda solución: preguntar en una casa de aldea por una habitación para una noche.

La habitación en la que pasamos la noche, todo un lujo con el que no contábamos

Dormir en la casa de aldea "A Retoral" de Coaña nos trastocó un poco el presupuesto. Pero era eso, dormir en la calle o sufrir para llegar a Serandinas. Eso si, la dueña, que también fue peregrina en su día, se portó muy bien con nosotros. Nos dio de desayunar y nos dejó la noche a mitad de precio. Todo un detalle por su parte que nosotros agradecimos enormemente.

Unas sidras para dar por terminada la primera etapa de este viaje en bicicleta a Santiago

Cenamos durante el ocaso y luego fuimos a descansar: al día siguiente tocaba madrugar

Ni que decir tiene que aquella noche dormimos de un tirón. Y lo hicimos muy satisfechos con nuestro avance. Ni en los mejores sueños pensábamos que llegaríamos a Coaña desde San Esteban pedaleando. Sin duda, recorrer casi noventa kilómetros el primer día fue un importante soplo de motivación. Santiago de Compostela estaba un poco más cerca.