viernes, 11 de octubre de 2013

Con Pichi de paseo invernal por el Valle del Lago, Somiedo

A finales del mes de enero de este año aprovechamos una visita de nuestro amigo Fernando para llevarlo a conocer Somiedo. La idea era aprovechar una ventana de buen tiempo para ir al monte y así de paso, seguir con la férrea disciplina de las colonias, según el propio Fernando. Así que la noche anterior fuimos comedidos para poder madrugar y aprovechar toda la jornada. Estaba todo listo para disfutar, o sufrir, de un completo día en las montañas de Somiedo. El valle del Lago sería nuestro objetivo.

El plan era acercarnos al Parque Natural para dar un paseo asequible por la nieve. Nuestra intención era llegar hasta el lago, pero las pésimas condiciones de la nieve y el estado de las botas de nuestro compañero de viaje nos lo impidieron. Fernando, Pichi para los amigos, sudó la gota gorda y estuvo a punto de sufrir congelaciones en los pies. Pero también disfrutó, al igual que nosotros, de los paisajes nevados de este valle glaciar que ya recorrimos completamente blanco en otra ocasión. Aquí os dejo el enlace de dicha excursión por si os apetece echar un vistazo:  Blanqueo total en el Valle del Lago (Somiedo)

De buena mañana comenzamos la ruta con todo el valle cubierto de nieve

 Pichi hundiéndose en la nieve desde el comienzo de la caminata

La ruta desde el núcleo de Valle del Lago hasta el Lago es asequible para todos los públicos. Tiene una distancia de unos diez kilómetros ida y vuelta y el desnivel que salva es de apenas 300 metros. Ese día nos encontramos unas condiciones de la nieve bastante malas para caminar sin raquetas. Cada dos por tres nos hundíamos hasta la rodilla. Pichi, con una de sus botas rotas, fue el que peor lo paso.

Los primeros reflejos de la jornada no tardaron en aparecer

 Nuestra ruta transcurrió por el bosque, camino conocido como el de la sombra

Jugando con las formas creadas por la nieve 

 Acercándonos al hayedo del Valle con la montaña siempre presente 

 Los farallones que delimitan el valle glacial envueltos en nubes altas 

 Fernando salvando una pequeña subidita durante el recorrido

Poco a poco fuimos ascendiendo por el camino de la sombra. En un principio pensamos que por este sendero la nieve estaría un poco más dura. Pero todo lo contrario. Caminar por esta zona se hacía por momentos casi imposible. A pesar de todo no decaímos y continuamos hasta llegar al primer teito, tito según Pichi. Allí hicimos un primer descanso y valoramos las posibles congelaciones del pie de Fenando.

Luces y sombras en el valle del Lago, con el Albo Occidental al fondo a la derecha

 Disfrutando de las vistas desde el teito y Fernando como mirando para otro lado


 Toma en blanco y negro del Valle del Lago con el Albo y el pico Rubio presidiendo la estampa

 Panorámica invernal del Valle de Lago por donde transcurre el camino soleado

Tras el pequeño descanso decidimos continuar un poco más. La idea era llegar o acercarnos lo más posible al lago. Primero para que Fernando conociera este lugar ágico y luego para ganar altura y así tener una mejor vista del lugar por el que estábamos caminando. Nosotros todavía aguantábamos, pero Pichi empezaba a perder fuerzas. Sobretodo porque el hielo ya se le iba clavando en los dedos de los pies.

Pichi aullando de dolor cual lobo durante la ascensión por el hayedo

Abriéndonos camino entre el bosque vestido de invierno 

 La peña de la Cueva, una bonita cumbre que otro día atacaremos

 La expedición durante uno de los últimos desniveles que ascendimos


Pichi, cual ávido montañero con la cumbre de los Esperones al fondo 

Panorámica del lugar en el que dimos por finalizada nuestra ruta al Lago 

Cuando llegamos a este punto Fernando no podía más. Sus botas, por llamarlo de alguna manera, estaban prácticamente desechas. El frío se le metía, nunca mejor dicho, por los dedos de los pies. Así que allí mismo, en una cabaña derruida, hicimos un descanso para comer, reponer fuerzas y calmar los dolores de nuestro compañero de travesía. Nos quedamos a menos de un kilómetro del lago, pero dadas las condiciones y las horas en las que nos movíamos, optamos por regresar. Ahora solo quedaba deshacer lo andado.

Nada más iniciar el descenso Pichi volvía a enterrarse en la nieve

 Un último vistazo al entorno próximo al lago, con el Albo Occidental como fondo


 Fernando haciendo de tripas corazón para poder llegar al coche sano y salvo


 Durante la bajada no faltaron las tomas creativas propiciadas por el invierno


 El hayedo del valle aguantando el tirón entre la nieve y la montaña


 Casi sin darnos cuenta, la luz se fue apagando poco a poco


 Y con este ocaso nos fuimos acercando a Valle de Lago, donde teníamos el coche

 Al final, terminamos la ruta prácticamente con la noche cerrada

Aquella noche dormimos como lirones. Sobre todo Fernando después de las penurias que le hicimos pasar. Él sabe que no lo hicimos a posta. Así que confiamos en una nueva visita suya para hacer alguna que otra ruta. Eso si, o se hace sin nieve o con unas botas nuevas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario