jueves, 14 de febrero de 2013

Ferrol 2: Modernismo en detalle y regreso a casa.

La visita a Ferrol estaba cundiendo de lo lindo. No llevábamos ni cinco horas en la ciudad y ya nos había enamorado. La mañana había transcurrido entre paseos aderezados con caldos y manjares de la tierra. Era mucho el Modernismo que nos habíamos encontrado y estábamos realmente felices por haber elegido esta urbe como escala antes de regresar a casa. Pero aún teníamos toda la tarde para seguir disfrutando de Ferrol. Nos quedaba mucho Modernismo y muchos detalles por conocer y fotografiar. Todavía guardábamos unas cuantas horas por delante antes de llegar a casa.

Continuábamos con nuestro peculiar vermut y ya habíamos alcanzado el ecuador de la tarde. Poco a poco la ciudad se iba llenando de gente, al principio sobretodo jóvenes, que llegaban para disfrutar del concierto de Bustamante. Nosotros nos quisimos apartar un poco de este jolgorio y seguimos con nuestra tranquila y agradable ruta modernista por la ciudad.

Alejados del centro, dimos con la cocina económica

En esta zona la forja era tan o más llamativa que los propios edificios

Ventanal de la Casa Rodríguez  Fernández, del año 1912

 A veces lo bello puede esconderse en cualquier lugar, solo hay que saber mirar

Esta forja modernista nos pareció sublime, ¿no es pura poesía?

Vivienda de la calle Concepción Arenal número 53

La zona por la que paseábamos estaba algo más alejada del centro y de las principales calles comerciales. En realidad fuimos hasta es parte de la ciudad para contemplar una serie de viviendas que marcaba el folleto del Modernismo ferrolano que nos habían dado en la oficina de turismo. A parte de estas casas más importantes nos encontramos con una multitud de detalles muy interesantes. Vamos, que en cualquier casa que a simple vista parecía normal, nos podíamos encontrar auténticas joyas visuales. Lo dicho, que hay que saber mirar para encontrar.

Otra peculiar forja en una vivienda cualquiera de Ferrol

 De regreso a la zona más céntrica de la ciudad

Paseando por las proximidades de la Plaza España de Ferrol

En el entorno de la Plaza de Callao también nos encontramos muestras de Modernismo

Edificación en el número 82 de la Calle Magdalena

Aprovechamos que estábamos cerca del hotel para hacer una pequeña parada técnica. Desde que habíamos llegado a la ciudad apenas habíamos tenido tiempo para el sosiego. Estábamos cansados de tanto caminar y también por los kilómetros que habíamos rodado en los últimos días. Aun así el descanso no duró mucho. Teníamos que apurar las últimas horas de la tarde para acabar de empaparnos de Ferrol. Todavía nos quedaban unos cuantos imprescindibles, como edificios señeros o el barrio viejo de la ciudad.

Nuestra habitación con nuestras compañeras de viaje y de cama

Una de las muchas balconadas llamativas que nos encontramos durante nuestro paseo

La casa Romero, una de las más significativas del Modernismo ferrolano

 Detalle de uno de los balcones de la casa, donde la imaginación de sus detalles son desbordantes

Más forjas y más balcones, y es que la ciudad da para mucho

Una penúltima toma de la Casa Romero, con vistas a la plaza de Galicia

Y esta si que es la última, ventanal de marcadas líneas modernistas

Continuamos el paseo con una luz que poco a poco iba engrandeciendo la ciudad

 Más detalles constructivos, estos un poco más descuidados pero igual de llamativos

Llegando al barrio viejo de Ferrol, mucho menos cuidado que el centro

Tras los distintos paseos llegamos a la conclusión de que el estado de conservación de la ciudad es aceptable. Sobretodo en lo referente al Modernismo y al barrio de la Magdalena. Eso si, también nos encontramos con viviendas tan interesantes como olvidadas. También nos llamó la atención lo descuidada que está la zona vieja. En este barrio muchas casas están más que en ruinas. Una pena, pues el conjunto del centro bien cuidado daría aún más lustre a esta ciudad. Tras conocer esta zona y sus bares, regresamos al centro. Todavía nos quedaba por ver una de las casas más llamativas del Ferrol modernista.

La casa Pereira 2, un auténtico derroche de formas y distribución

Detalle de la galería de la Casa Pereira 2

Y una última toma de otro de los ornamentos que atesora esta joya ferrolana

Con las últimas luces del día llegamos a la Fonda Suiza, otro emblema de la ciudad

Con la llegada de la noche dimos por finalizada nuestra ruta por la ciudad. Ferrol se iba llenando de gente y nosotros aprovechamos para cenar platos típicos de la zona. La verdad es que cenamos tranquilos mientras el concierto tenía lugar. Aquella noche no tardamos en acostarnos. Al día siguiente teníamos que madrugar, ya que nuestro tren partía a eso de las ocho de la mañana.

Cuando salimos a la calle todavía quedaban restos festivos de la noche anterior

Una vez en el tren nos lo tomamos con calma. Según las previsiones llegaríamos a Muros de Nalón seis horas después de partir, a eso de las dos de la tarde. Pero hubo un contratiempo. En Viveiro, Lugo, el tren se detuvo para no volver a andar. Feve nos daba la posibilidad de hacer el trayecto en taxi dada la avería. Pero no podíamos llevar las bicis. Y tampoco las podíamos quedar allí para que las enviaran en el siguiente tren. Al final nos tocó esperar a que llegara el siguiente tren a eso de las cinco de la tarde. Ahora si que nos lo teníamos que tomar con más calma todavía.

Así que como teníamos tiempo de sobra, nos acercamos hasta la playa

Hicimos unos cuantos kilómetros más para llegar y regresar de la playa. Pero mereció la pena, tanto por el buen tiempo como por el gustoso baño que nos pegamos. A la hora de la comida, de nuevo en Viveiro, hicimos una parada en un bar que ya conocíamos de otros viajes. Allí esperamos con caldos locales la llegada de nuestro tren.

La última foto de nuestro peculiar viaje en bicicleta a Santiago de Compostela

Tras los ribeiros regresamos a la estación de tren. Allí nos comimos un bocadillo mientras veíamos el final de etapa de la Vuelta ciclista a España. Nosotros también estábamos de vuelta. El tren llegó a eso de las cinco. Hasta cerca de las nueve no llegamos a Muros de Nalón. Vamos, una auténtica odisea: Ferrol - Muros de Nalón, 13 horas de viaje. Luego, bajamos en bici hasta San Esteban. Ahora si, después de una semana de viaje nuestra peculiar aventura había llegado a su fin. No solo habíamos logrado arribar a Santiago pedaleando. También habíamos regresado sanos, salvos y sobretodo, muy contentos. ¡¡Prueba superada!!

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