lunes, 11 de febrero de 2013

Santiago de Compostela y 2: románico, modernismo y gastronomía

Después de llegar a Santiago en bici y disfrutar de nuestra merecida meta a modo de ribeiros y tapas, aún teníamos por delante otra jornada completa para disfrutar de la capital gallega. Aquella jornada soleada de agosto aprovechamos para definir lo que iba a ser nuestro viaje de vuelta y también para acabar de conocer la ciudad. Además, pudimos ver en vivo y en directo la salida de una de las etapas de la Vuelta a España 2012. Vamos, un día bien completo donde no faltó el románico, el modernismo ni tampoco la gastronomía.

Después de dormir a pierna suelta, nos levantamos todavía con el cuerpo cansado. Está claro que nuestras piernas no se iban a recuperar tan fácil de la ruta que nos había llevado a Santiago de Compostela. Desayunamos y con un sol radiante nos fuimos a patear la ciudad. En principio, la mañana la dedicaríamos a pasear tranquilamente por el centro mientras esperábamos a la salida de la Vuelta, prevista para las doce.

No tardamos en encontrar portadas románicas como esta

 Un vistazo a la Catedral desde los soportales del Ayuntamiento

Puerta de corte modernista en el casco histórico de Santiago

 Poco a poco el espectáculo de la Vuelta se fue haciendo más patente

La mañana avanzaba y  la gente iba tomando posiciones para ver la salida de la vuelta. Así que nosotros, tras tomarnos un café y pasear por el centro, hicimos lo mismo. Buscamos el sitio más oportuno y esperamos al pistoletazo de comienzo. Mientras tanto hicimos migas con un vecino muy amable que nos estuvo contando todas las veces que Santiago había sido inicio de etapa en la vuelta. Entre charlas, el tiempo de espera se nos hizo mucho más llevadero.

Vecino mirando el reloj, todo a punto para la salida

Los primeros ciclistas con nuestro compañero de charlas a la derecha

Tras la salida de la vuelta continuamos con nuestro paseo por la ciudad

 En la iglesia de Santa María de Salomé vimos esta peculiar virgen embarazada

Los edificios modernistas, como este, salpican el centro de Santiago 

Detalle constructivo del anterior edificio

Después de un paseo mañanero regresamos a la pensión para comer. Nos preparamos una ensalada, pasta y carne que degustamos en la terraza de nuestra habitación. Con vistas a la parte posterior de la catedral de Santiago recuperamos fuerzas para seguir con la ruta. El plan para la tarde era recorrer las calles más alejadas de la catedral, siguiendo la estela de algún que otro edificio modernista y teniendo como objetivo llegar hasta la estación de tren. Una vez allí, decidiríamos cómo regresar a San Esteban.

Uno de los edificio modernistas que nos encontramos durante la tarde

Reflejos arquitectónicos de la ciudad de Santiago de Compostela

 Detalles de la arquitectura de la ciudad, tan rica como histórica

Bloques de edificios en una de las calles que delimitan el casco antiguo de esta urbe gallega

 Edificio de la Xunta de Galicia, entre el casco histórico y la estación de tren

Estación de tren de Santiago de Compostela, donde al día siguiente iniciaríamos el regreso

Una vez en la estación estudiamos las distintas maneras que teníamos de volver a casa con nuestras bicicletas. Alquilar un coche nos resultaba extremadamente caro. En autobús deberíamos pagar un extra por nuestro equipaje y además los trayectos eran muy largos. Mínimo de entre ocho y doce horas, vamos una locura. Así que al final nos decantamos por el tren. Nuestra ruta de regreso sería la siguiente: hasta Coruña en un tren donde podíamos subir las bicis. Y desde allí en autobús hasta Ferrol. Una vez en la ciudad coruñesa tendríamos que tomar el tren de vía estrecha FEVE hasta Muros de Nalón. El viaje también era muy largo. Pero al final era la opción más económica y también más divertida.

La llegada de la noche vista desde la terraza de nuestra habitación

Una cena a base de menú del día para recuperar las fuerzas que aún debíamos al cuerpo

Y una última toma nocturna ya muy cerca de nuestro alojamiento

Aquella noche alargamos nuestros paseos como queriendo quedar más tiempo en la ciudad. Llegar a Santiago en bicicleta había merecido muy mucho la pena. Y la visita a la ciudad también. Pero ahora quedaba regresar a casa. Y no por ello estábamos tristes. Aun teníamos por delante otras 48 horas de aventuras que nos llevarían por Ferrol o la costa lucense, entre otros destinos. Como no podía ser de otra manera, dimos por cerrada la visita a Santiago como mandan los cánones: con un buen licor café. Al día siguiente tocaba madrugar de nuevo. Nuestro tren a Coruña salía a primeras horas de la mañana.

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