Después de dormir a pierna suelta, nos levantamos todavía con el cuerpo cansado. Está claro que nuestras piernas no se iban a recuperar tan fácil de la ruta que nos había llevado a Santiago de Compostela. Desayunamos y con un sol radiante nos fuimos a patear la ciudad. En principio, la mañana la dedicaríamos a pasear tranquilamente por el centro mientras esperábamos a la salida de la Vuelta, prevista para las doce.
No tardamos en encontrar portadas románicas como esta
Un vistazo a la Catedral desde los soportales del Ayuntamiento
Puerta de corte modernista en el casco histórico de Santiago
Poco a poco el espectáculo de la Vuelta se fue haciendo más patente
La mañana avanzaba y la gente iba tomando posiciones para ver la salida de la vuelta. Así que nosotros, tras tomarnos un café y pasear por el centro, hicimos lo mismo. Buscamos el sitio más oportuno y esperamos al pistoletazo de comienzo. Mientras tanto hicimos migas con un vecino muy amable que nos estuvo contando todas las veces que Santiago había sido inicio de etapa en la vuelta. Entre charlas, el tiempo de espera se nos hizo mucho más llevadero.
Vecino mirando el reloj, todo a punto para la salida
Los primeros ciclistas con nuestro compañero de charlas a la derecha
Tras la salida de la vuelta continuamos con nuestro paseo por la ciudad
En la iglesia de Santa María de Salomé vimos esta peculiar virgen embarazada
Los edificios modernistas, como este, salpican el centro de Santiago
Detalle constructivo del anterior edificio
Después de un paseo mañanero regresamos a la pensión para comer. Nos preparamos una ensalada, pasta y carne que degustamos en la terraza de nuestra habitación. Con vistas a la parte posterior de la catedral de Santiago recuperamos fuerzas para seguir con la ruta. El plan para la tarde era recorrer las calles más alejadas de la catedral, siguiendo la estela de algún que otro edificio modernista y teniendo como objetivo llegar hasta la estación de tren. Una vez allí, decidiríamos cómo regresar a San Esteban.
Uno de los edificio modernistas que nos encontramos durante la tarde
Reflejos arquitectónicos de la ciudad de Santiago de Compostela
Detalles de la arquitectura de la ciudad, tan rica como histórica
Bloques de edificios en una de las calles que delimitan el casco antiguo de esta urbe gallega
Edificio de la Xunta de Galicia, entre el casco histórico y la estación de tren
Estación de tren de Santiago de Compostela, donde al día siguiente iniciaríamos el regreso
Una vez en la estación estudiamos las distintas maneras que teníamos de volver a casa con nuestras bicicletas. Alquilar un coche nos resultaba extremadamente caro. En autobús deberíamos pagar un extra por nuestro equipaje y además los trayectos eran muy largos. Mínimo de entre ocho y doce horas, vamos una locura. Así que al final nos decantamos por el tren. Nuestra ruta de regreso sería la siguiente: hasta Coruña en un tren donde podíamos subir las bicis. Y desde allí en autobús hasta Ferrol. Una vez en la ciudad coruñesa tendríamos que tomar el tren de vía estrecha FEVE hasta Muros de Nalón. El viaje también era muy largo. Pero al final era la opción más económica y también más divertida.
La llegada de la noche vista desde la terraza de nuestra habitación
Una cena a base de menú del día para recuperar las fuerzas que aún debíamos al cuerpo
Y una última toma nocturna ya muy cerca de nuestro alojamiento
Aquella noche alargamos nuestros paseos como queriendo quedar más tiempo en la ciudad. Llegar a Santiago en bicicleta había merecido muy mucho la pena. Y la visita a la ciudad también. Pero ahora quedaba regresar a casa. Y no por ello estábamos tristes. Aun teníamos por delante otras 48 horas de aventuras que nos llevarían por Ferrol o la costa lucense, entre otros destinos. Como no podía ser de otra manera, dimos por cerrada la visita a Santiago como mandan los cánones: con un buen licor café. Al día siguiente tocaba madrugar de nuevo. Nuestro tren a Coruña salía a primeras horas de la mañana.
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