jueves, 8 de mayo de 2014

Últimas horas callejeando por Funchal (Madeira y V)

Ese 12 de marzo ya habíamos hecho una ruta por las montañas de la isla. Pero aún nos quedaban unas últimas horas para apurar nuestra estancia en Madeira. Así pues nos acercamos a su capital, Funchal, para aprovechar esos últimos momentos. Como suele ser tradición en nuestros viajes no hicimos lo que hace la gente común, que sería dormir todas las noches en la capital y desde allí movernos. No solo dormimos allí la última noche, si no que le dedicamos muchísimo más tiempo al resto de la isla que a la capital. Al final fue una buena elección. La ciudad, de unos 110.000 habitantes no tiene mucha chicha. Todo lo contrario que las montañas, los volcanes y los bosques de esta isla anclada en el Atlántico.

Lo primero que hicimos fue buscar un lugar en el que aparcar cerca del centro. Una vez ubicados rehicimos nuestras maletas y nos fuimos directos en busca de una pensión en la que pasar esa última noche en la isla. No nos fue difícil dar con el lugar apropiado a nuestros bolsillos. Una vez solucionado este trámite, tocaba conocer la zona céntrica de la urbe, donde se concentran los principales monumentos. También tuvimos tiempo de conocer la zona vieja, recuperada gracias a la actividad cultural y artística.

Una vez aseados nos fuimos a conocer la capital de Madeira a golpe de suela

 No tardamos en dar con la Plaza del Municipio, con la cámara municipal al fondo

Funchal no es de esas ciudades que atesoran un gran legado artístico e histórico. Se puede recorrer en un día visitando los lugares más interesantes del centro. Algo más apartado está su jardín botánico y otros espacios de interés. Como nosotros no teníamos demasiado tiempo, nos centramos en lo básico. Y dentro de lo básico no puede faltar la visita a la Catedral, de los siglos XV y XVI y uno de los pocos edificios de la época colonial que aún se mantienen en pié.

Altar de la Sé, un derroche ornamental en el centro de la ciudad

 Un vistazo a este templo pequeño pero de marcadas formas

Tras la visita, continuamos paseando por las calles de Funchal 

 Pasito a pasito y sin mucho esfuerzo llegamos hasta el puerto de la ciudad

La tarde avanzaba y no teníamos otra que dejar la ciudad de manera temporal. Debíamos devolver el coche de alquiler en el aeropuerto antes de las siete de la tarde. Así que regresamos al aparcamiento y de nuevo por carretera nos dirigimos a destino. Tras dejar el coche regresamos en bus hasta Funchal para dar los últimos paseos nocturnos por la capital de la isla.

De camino al aeropuerto disfrutamos de estas vistas y de este atardecer

Al regresar a Funchal buscamos un lugar económico en el que cenar. Fue la manera de coger fuerzas para pasar las últimas horas en la ciudad. El viaje por Madeira ahora si que tocaba a su fin. Eso si, apuramos la noche para conocer la zona vieja de la ciudad. Una zona hasta hace no mucho degradada y olvidada por los turistas y que ha sido puesta en valor gracias a la cultura y el arte. Desde que unos cuantos artistas decidieran decorar las puertas del barrio todo ha ido a mejor en esta zona. Las casas que se caían se han ido rehabilitando, se han abierto bares y ahora es un lugar básico a visitar durante la estancia en Funchal. Un claro ejemplo de cómo el arte también es vital y necesario para el desarrollo de una ciudad. Y es que una sociedad sin cultura es una sociedad ignorante.

Paseando por la zona velha (vieja) de Funchal, un auténtico museo al aire libre

 Una de las peculiares puertas customizada al más puro estilo furgonetero

 Una de las puertas más llamativas e intrigantes que encontramos 

 Las puertas y viviendas no solo se prestan a la pintura

 Un vistazo creativo en el entorno de la rua de Santa María

 Un peculiar colagge para recubrir una puerta con elementos metálicos

 Tras el paseo artístico por Funchal tocaba regresar a la pensión

 Palacio del Gobierno Regional de Madeira, situado junto a la catedral

Cuando llegamos al hotel era más tarde de lo esperado. Aun así el esfuerzo había merecido la pena. Caímos rendidos y a la mañana siguiente nos tocó madrugar para tomar nuestro vuelo de regreso. Desayunamos fuerte y nos pusimos en marcha. Todavía con las farolas encendidas nos despedimos de Funchal y de esta isla que nos dejó un muy buen sabor de boca. Un lugar para pasar las vacaciones haciendo rutas entre montañas y bosques y con una temperatura excelente. Un destino muy apropiado para nosotros.

Una de esas fotos que habrá que repetir en próximos viajes, Madeira para volver

Nuestro vuelo nos llevó de Madeira a Lisboa en poco más de una hora. Allí pasaríamos una noche antes de regresar a Asturias. Como no podía ser de otra manera, apuramos las horas para seguir disfrutando de estas mini vacaciones que estaban a punto de terminar. Pero en fin, dejaremos la capital lusa para más adelante.

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