jueves, 8 de mayo de 2014

De camino al pico Ruivo, por las montañas de la isla (Madeira IV)

Aquél 12 de marzo suponía el final de nuestro viaje por Madeira. Volábamos de regreso a Lisboa al día siguiente, por lo tanto era nuestro último día en la isla. Atrás quedaban nuestras rutas por los acantilados de San Lorenzo, por las levadas de Caldeirao Verde y por las carreteras y pueblos de esta región portuguesa. Pero por delante teníamos aún 24 horas que aprovecharíamos al máximo. Primero intentaríamos un nuevo ataque al Ruivo, el pico más alto de la isla. Luego tendríamos que devolver el coche y conocer Funchal, la capital, antes de iniciar el camino de regreso a casa. Quedaba pues tela que cortar.

Esa mañana despertamos en Ponta do Sol frente al Atlántico. El frescor mañanero no impidió que un servidor se diera un baño en la mar para despertar. No era plan de regresar de Madeira sin haberse pegado un chapuzón. Amaneció despejado y como era pronto, nos acercamos hasta el alto de Encumeada para realizar la ascensión al pico Ruivo por otra de sus vías. La jornada anterior la niebla nos lo impidió, así que quisimos quitarnos la espina. Al menos lo íbamos a intentar.

Panorámica de las cumbres más altivas de la isla, al comienzo de la ruta

La ruta, bien marcada, pronto gana altura y ofrece vistas de vértigo

 La naturaleza y la montaña de nuevo unidas en este recorrido por Madeira

 Un vistazo hacia el sur con sus pueblos encajonados entre montañas

La ruta que nos propusimos aquella mañana no era moco de pavo: doce kilómetros y más de mil metros de desnivel. Un recorrido que nos iba a llevar casi todo el día teniendo en cuenta que había que regresar donde teníamos aparcado el coche. Según avanzábamos cada vez teníamos más claro que no íbamos poder llegar hasta el final. No por la dureza, si no porque en apenas cinco horas teníamos que devolver el coche de alquiler. Así que no nos obstinamos con la cumbre y disfrutamos de un paseo que de nuevo nos volvió a enganchar a esta isla natural y agreste.

Las luces y las sombras nos hicieron más ameno el recorrido

 En una ruta donde el bosque de laurisilva volvía a tener un claro protagonismo

 Ascendiendo por una zona abrasada por el fuego pronto apareció la niebla al fondo

 Un contínuo ascenso por veredas senderos y escaleras

La ruta está muy bien marcada y salvo algunos pasos un tanto expuestos no tiene mayor dificultad que su desnivel. Durante el trayecto las vistas a uno y otro lado de la isla son más que aéreas. En todo momento se intuye el mar en el horizonte y además se transita por lugares de gran belleza natural. A veces el bosque engulle la senda. Otras veces la vegetación se abre para regalar amplias panorámicas. La roca volcánica tampoco falta en este paseo por el centro de la isla de Madeira.

Tan rápido como apareció a lo lejos, la niebla nos rodeó

 Estaba claro, aquí daríamos por concluido nuestro paseo

 Tras cinco kilómetros de marcha y 600 metros de desnivel, regresamos caminando por las nubes

 Aunque de nuevo el pico Ruivo quedaba pendiente, el recorrido estaba mereciendo la pena

 De regreso al coche no faltaron las vistas, esta vez hacia el norte de la isla 

 La niebla no solo se disipó, si no que fue cada vez más densa

 Lugares que ya habíamos cruzado ahora parecían distintos y hasta mágicos

 Entre el desnivel y la niebla el terreno a veces se tornaba fantasmagórico

 Las luces y sombras de la ida se convirtieron en espectros

Siguiendo las escaleras de descenso entre bosques de cuento 

 Unas cuatro horas y diez kilómetros después llegamos al coche. Allí estiramos, comimos algo y continuamos con el viaje. Teníamos que llegar hasta Funchal para buscar alojamiento para esa noche. Después de tres días durmiendo en el coche ya tocaba. Antes de bajar de las alturas aprovechamos un apartado en la carretera para disfrutar de las panorámicas de la zona por donde nos habíamos movido.

A ojo, nuestra ruta llego hasta el pico que hay en medio, el Ruivo queda para la próxima

La jornada avanzaba y no teníamos tiempo que perder. Lo primero de todo sería llegar a la capital de la isla. Allí no tardaríamos en dar con una pensión acorde a nuestro presupuesto. Había que devolver el coche en el aeropuerto y aun tendríamos que sacar tiempo para conocer Funchal. Pero esto será otra historia.

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