Lo primero que hicimos fue llegar desde el aeropuerto a la ciudad. Lo hicimos en metro y paramos en Chiado. Muy cerca teníamos nuestro albergue. Una vez allí, dejamos las mochilas en la habitación y partimos raudos a pasear por Lisboa, una capital que ya nos había cautivado durante nuestra primera visita. En esta ocasión el clásico recorrido por los lugares más turísticos lo cambiamos por un paseo sin rumbo que nos llevo a conocer barrios y calles llenas de encanto.
La plaza Luis Camoes vista desde nuestra habitación en Lisboa
Otro vistazo aéreo antes de iniciar nuestro peculiar paseo por la urbe
Lo primero fue merodear por la zona de Chiado, muy próxima a nuestro albuergue
Nuestros pasos no tardaron en llevarnos hasta el barrio alto, otro de los clásicos de Lisboa
Conociendo las zonas más auténticas y menos visitadas de la ciudad
Sin parar de caminar aparecimos en los alrededores de la Asamblea Pública, al fondo
Antes de desfallecer hicimos un alto en el camino para recuperar fuerzas
Disfrutando de la vida y el ritmo cotidiano de la ciudad
Por momentos parecía que estábamos en San Francisco
El paseo por la ciudad estaba siendo muy interesante. A un paso tranquilo pero sin pausas estábamos conociendo una zona muy interesante y auténtica en la que apenas nos cruzamos con más turistas. La tarde, a pesar de que sólo habíamos comido unos pescaditos fritos a modo de tapa, avanzaba. Pero aún nos quedaban horas de luz para seguir disfrutando de Lisboa.
Uno de los típicos tranvías en la plaza del Comercio, centro histórico de la ciudad
Durante la visita a Lisboa no puede faltar un vistazo al rió Tajo, ya próximo al mar
Y como estábamos por la zona, nos acercamos hasta el barrio de Alfama, otro de los clásicos
Alfama, uno de los barrios más auténticos y recomendables
Como en el anterior viaje no lo hicimos, entramos en la catedral
Luces y sombras a la puerta de esta Sé de corte Románico tardío
Tras la catedral nos acercamos al modernista Elevador de Santa Justa
Como suele ser habitual, tampoco faltaron los reflejos
Interior del elevador que nosotros evitamos gracias a las escaleras
Cuando nos quisimos dar cuenta la noche estaba ya encima de nosotros. En realidad estábamos cansados del viaje y del largo paseo por la ciudad. Así que acordamos buscar un lugar económico en el que cenar un plato del día. Después de la comilona dimos otro garbeo por el barrio alto. Allí la noche lisboeta nos volvió a sorprender. Y entre graffitis y conciertos de diversos estilos llegamos a la madrugada.
Las pintorescas y pintadas calles del barrio alto de Lisboa
Tras un concierto de reggae, otro de jazz y uno mas de bossanova regresamos al albergue
Ni que decir tiene que aquella noche volvimos a caer rendidos. El cansancio acumulado hacía mella en nuestros cuerpos. Entre los conciertos y demás acabamos trasnochando más de normal. Así que una noche más dormimos poco. A la mañana siguiente tocaba madrugar para regresar a Asturias. De esta manera poníamos fin a nuestro periplo por Madeira con el bis de Lisboa. Todo un viaje en condiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario