viernes, 9 de mayo de 2014

Escala técnica en Lisboa, la vuelta a casa desde Madeira

Aquella jornada del 13 de marzo amanecimos en Funchal, la capital de Madeira. Pero allí pasamos poco tiempo. Nos tocó madrugar para ir hasta el aeropuerto. Nuestras estancia en la isla portuguesa tocaba a su fin. Pero antes de regresar a casa tendríamos que realizar una parada técnica en Lisboa. Nuestro avión hacia Asturias partía al día siguiente. Así que teníamos unas cuantas horas para disfrutar de la capital lusa. Allí pasamos esa última noche de estas mini vacaciones. La jornada, como siempre, fue intensa y no faltaron los paseos por esta urbe que ya conocíamos de un viaje anterior.

Lo primero que hicimos fue llegar desde el aeropuerto a la ciudad. Lo hicimos en metro y paramos en Chiado. Muy cerca teníamos nuestro albergue. Una vez allí, dejamos las mochilas en la habitación y partimos raudos a pasear por Lisboa, una capital que ya nos había cautivado durante nuestra primera visita. En esta ocasión el clásico recorrido por los lugares más turísticos lo cambiamos por un paseo sin rumbo que nos llevo a conocer barrios y calles llenas de encanto.

La plaza Luis Camoes vista desde nuestra habitación en Lisboa

 Otro vistazo aéreo antes de iniciar nuestro peculiar paseo por la urbe

 Lo primero fue merodear por la zona de Chiado, muy próxima a nuestro albuergue 

 Nuestros pasos no tardaron en llevarnos hasta el barrio alto, otro de los clásicos de Lisboa

 Conociendo las zonas más auténticas y menos visitadas de la ciudad

 Sin parar de caminar aparecimos en los alrededores de la Asamblea Pública, al fondo

 Antes de desfallecer hicimos un alto en el camino para recuperar fuerzas

 Disfrutando de la vida y el ritmo cotidiano de la ciudad

 Por momentos parecía que estábamos en San Francisco

El paseo por la ciudad estaba siendo muy interesante. A un paso tranquilo pero sin pausas estábamos conociendo una zona muy interesante y auténtica en la que apenas nos cruzamos con más turistas. La tarde, a pesar de que sólo habíamos comido unos pescaditos fritos a modo de tapa, avanzaba. Pero aún nos quedaban horas de luz para seguir disfrutando de Lisboa.

Uno de los típicos tranvías en la plaza del Comercio, centro histórico de la ciudad 

 Durante la visita a Lisboa no puede faltar un vistazo al rió Tajo, ya próximo al mar

 Y como estábamos por la zona, nos acercamos hasta el barrio de Alfama, otro de los clásicos

 Alfama, uno de los barrios más auténticos y recomendables

 Como en el anterior viaje no lo hicimos, entramos en la catedral

 Luces y sombras a la puerta de esta Sé de corte Románico tardío


Tras la catedral nos acercamos al modernista Elevador de Santa Justa 

 Como suele ser habitual, tampoco faltaron los reflejos

 Interior del elevador que nosotros evitamos gracias a las escaleras

Cuando nos quisimos dar cuenta la noche estaba ya encima de nosotros. En realidad estábamos cansados del viaje y del largo paseo por la ciudad. Así que acordamos buscar un lugar económico en el que cenar un plato del día. Después de la comilona dimos otro garbeo por el barrio alto. Allí la noche lisboeta nos volvió a sorprender. Y entre graffitis y conciertos de diversos estilos llegamos a la madrugada.

Las pintorescas y pintadas calles del barrio alto de Lisboa

 Tras un concierto de reggae, otro de jazz y uno mas de bossanova regresamos al albergue

Ni que decir tiene que aquella noche volvimos a caer rendidos. El cansancio acumulado hacía mella en nuestros cuerpos. Entre los conciertos y demás acabamos trasnochando más de normal. Así que una noche más dormimos poco. A la mañana siguiente tocaba madrugar para regresar a Asturias. De esta manera poníamos fin a nuestro periplo por Madeira con el bis de Lisboa. Todo un viaje en condiciones.

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