martes, 5 de noviembre de 2013

Valdemossa y Deiá, dos joyas en el interior de la Tramuntana

Tras conocer la localidad de Banyalbufar y la zona más occidental de Mallorca, tocaba continuar con nuestro peculiar viaje por la isla y su sierra de Tramuntana. La segunda parte de ese 28 de septiembre de 2012 la dedicaríamos a visitar los núcleos de Valldemossa y Deiá, considerados por muchos como los pueblos con más encanto de Mallorca. Así pues, proseguimos con la ruta por la carretera Ma 10. El trayecto hasta la primera parada de la tarde nos sirvió para comer un tentenpié a modo de bocadillo. Cuando nos quisimos dar cuenta estábamos entrando en Valldemossa, enclave turístico de primer orden.

Valldemossa es conocida por sus calles empinadas y empedradas, por su entorno natural y sobretodo por su Cartuja, donde estuvo, entre otros, Chopín. Además está muy bien comunicada con la capital de la isla. Por todo ello no es de extrañar que este pueblo sea visita obligada para los miles de turistas que cada año se acercan a Mallorca. Nosotros, como suele ser habitual en estos casos, intentamos huir de las aglomeraciones y buscamos los rincones más remotos de la localidad. Vamos, que queríamos conocer el auténtico pueblo y no el que venden a los turistas.

Una de las calles principales de este núcleo enclavado en plena sierra de Tramuntana

Detalle en blanco y negro de una de las muchas casas de piedra de la localidad

Casas con solera en Valldemossa, también en blanco y negro

Como os comentaba unas líneas más arriba, nuestro paseo por este lugar no fue el típico. Callejeamos por las zonas menos visitadas y hasta caminamos por lugares donde apenas nos encontramos un alma. Hasta nos llegamos a salir del pueblo en varias ocasiones. El lugar, sin duda, es muy recomendable. A nosotros nos estaba gustando y solo por ello había merecido la pena llegar hasta allí y hacer una parada. Ni que decir tiene que las peculiaridades de este lugar también animaban a seguir tirando las fotos en blanco y negro.

Cierre tradicional en una de las puertas de Valldemossa

Una pintoresca y florida calle en el centro histórico del pueblo

Y una última toma panorámica de Valldemossa con su Cartuja presidiendo la estampa

Valldemossa no es un pueblo demasiado grande. Así que se puede recorrer sin problemas en un par de horas. Así lo hicimos nosotros, más que nada porque todavía teníamos por delante unas cuantas horas de luz para seguir adentrándonos en la sierra de Tramuntana. Ya habíamos conocido unos cuantos pueblos serranos. Pero todavía no habíamos indagado en las playas que salpican esta zona de la isla. Así que después de echar un vistazo al mapa optamos por acercarnos al Port de Valldemossa. La carretera, de infarto, nos dejó a nivel del mar y en un entorno tranquilo y casi paradisiaco. De nuevo habíamos acertado.

La colorida montaña muriendo con su vegetación en el mismo Mediterráneo

Dirigiendo nuestros pasos hasta el Port de Valldemossa, otra de esas joyas de la Tramuntana

Y como el sol apretaba, aproveché para darme un chapuzón en el puerto

Tras el baño y un paseo por las tranquilas calles del puerto, hicimos una pequeña parada técnica. En un tradicional restaurante tomamos un par de cafés con su correspondiente licor de hierbas. Ya que sólo habíamos comido un pequeño bocadillo no era plan de dejar pasar también el café de sobremesa. Tras el breve descanso continuamos con la ruta. Volveríamos hasta Valldemossa, donde siguiendo la Ma 10 de nuevo, pondríamos rumbo a Deiá.

Vial de acceso al Port de Valldemossa, con sus farallones escalables


Llegando a Deiá, cuya iglesia se levanta rodeada de bosques y montañas

Aparcamos el coche y callejeamos por esta coqueta y atrayente localidad

Deiá es para muchos, el pueblo con más encanto de toda Mallorca. A nosotros lo que más nos gustó es que ha sabido mantenerse al margen de la masificación turística conservando su encanto y su tranquilidad. Quizás por ello es y ha sido el lugar de residencia de numerosos artistas. A parte de por su entramado de calles, que se agrupa a una especie de peñón donde se levanta la iglesia, Deiá sobresale por un entorno privilegiado donde los bosques mediterráneos se funden con las altas montañas de caliza. Todo ello aderezado con las vistas, a lo lejos, del mar. Una delicia de lugar.

Disfrutando de un entorno tranquilo y plenamente natural

Construcciones típicas en el entorno de la iglesia de Deiá

Panorámica de la localidad y su entorno montañoso

Las callejuelas estrechas y empinadas, otro de los encantos de Deiá

Escena típica junto a la carretera que llevábamos recorriendo todo el día

Modernismo, turismo y naturaleza en un único encuadre

Vista parcial del núcleo de Deiá, donde reina la tranquilidad

Otro detalle modernista que nos encontramos durante nuestro paseo

Y una última toma de pueblo de la que regresábamos al coche

La tarde se nos echaba encima. Así que optamos por continuar con nuestra ruta. Habíamos quedado más que satisfechos con la visita a Deiá. Pero también lo estábamos con nuestros paseos por Valldemossa, Banyalbufar y otros puntos escondidos de la sierra de Tramuntana. El día, intenso a más no poder, había cundido de lo lindo. Pero todavía nos quedaba fuelle para continuar. Teníamos isla para rato.

Panorámica de Deiá ya en ruta hacia el siguiente destino: Soller


Aquella noche terminaríamos paseando por la localidad de Soller y durmiendo en el Port de Soller. Pero esto, como viene siendo ya una tradición, lo dejaremos para el siguiente post.

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