Soller, por así decirlo, es la como la capital de la comarca de la Tramuntana. Allí llegamos con la noche prácticamente cerrada y sin tener claro donde íbamos a dormir. Para centrarnos optamos por aparcar el coche y dar un paseo. Además también aprovechamos para marcarnos un buen txikiteo al más puro estilo Komando Gorteak. Como casi siempre, la visita mereció la pena.
Una de las calles principales de Soller con la noche a punto de caer
La iglesia de Soller, modernista y de clara influencia gaudiana
Banco de Soller, también obra de Rubió i Bellver
Detalle de la forja de las ventanas del Banco de Soller
Una de las cosas que nos hizo parar en Soller fue, sin duda, sus interesantes muestras de arquitectura modernista. A parte de su iglesia y el Banco de Soller, proyectadas por el discípulo y ayudante de Gaudí Joan Rubió i Bellver, el núcleo cuenta con otros cuantos edificios llamativos. Además, aquí está el museo modernista de Can Prunera, que no pudimos visitar dadas las horas en las que nos movíamos. A parte, Soller es un lugar de peregrinaje turístico dado que conserva la línea férrea de principios de siglo XX y que la une diariamente a Palma de Mallorca. Gracias a este tren de época son muchas las personas que visitan, sobretodo en verano, esta localidad enclavada en plena sierra de Tramuntana.
Vistazo nocturno a la fachada de Can Prunera, derroche de curvas e imaginación
Tras un buen rato de paseo, tocó sentarse a disfrutar del vino de la tierra, tranvía mediante
No solo los vinos, también las tapas son tradición en esta localidad
Interior de una vivienda de corte modernista que nos encontramos paseando por Soller
Después de patear las principales calles de Soller y de recorrer unos cuantos bares, optamos por buscar un lugar para pasar la noche. Nos decantamos por abandonar esta localidad e ir en busca de un lugar más tranquilo. Así que ni cortos ni perezosos nos acercamos hasta el Port de Soller. Allí encontramos un aparcamiento con vistas al puerto que acabaría siendo nuestra habitación particular. Antes de irnos a dormir nos fuimos a tomar unos chupitos de hierbas. Y de paso aprovechamos para disfrutar de las luces de la noche, que en aquella ocasión estaban vestidas de tormenta.
Luces mágicas y tormentosas en el entorno de la playa de Port de Soller
Con tantas luces, casi perdemos el sentido, así que nos fuimos a dormir antes de enloquecer
A la mañana siguiente, desayunamos en nuestro peculiar bungalow
Después de desayunar fuimos a dar un corto paseo por el Puerto. Aquella mañana del 29 de septiembre se había levantado más o menos soleada. Y según las previsiones del tiempo aquel iba a ser el único día que nos íbamos a librar de la lluvia. Así que no lo dudamos. Aquella jornada haríamos una ruta por el Torrent de Pareis, una de las maravillas naturales de Mallorca. Eso si, antes de iniciar la ruta nos acercaríamos a conocer el núcleo de Fornalutx, cerca de Soller y de camino a nuestro destino final.
Panorámica general del núcleo de Fornalutx, rodeado de montañas
Ya en el pueblo, una toma más próxima con la torre de la Casa de la Villa en primer término
Un entramado de calles empedradas y pendientes rodeado de naturaleza e historia
La localidad de Fornalutx es uno de esos lugares a visitar durante la estancia en Mallorca. Se trata de un pequeño pueblo donde abundan las casas tradicionales. Dar un paseo por sus calles es como volver atrás en el tiempo. Aquí no es difícil imaginar cómo era la vida antes de la llegada del turismo de masas, centrada en la agricultura. Dado que todavía no era muy tarde, pudimos saborear este rincón histórico sin la presencia de demasiados turistas. Todo un lujo para nuestros sentidos.
Otra de las calles de la localidad, donde se aprecian las construcciones tradicionales
Callejeando de buena mañana por Fornalutx, en el corazón de la Tramuntana
Un lugar tan interesante en lo arquitectónico como en lo paisajístico
No faltaron los detalles modernistas durante el paseo
Otra clara muestra de arquitectura de principios del siglo XX
Las tejas pintadas, un arte popular que se extendió en el pueblo entre los siglos XIV y el XIX
La verdad es que la visita al núcleo de Fornalutx fue toda una sorpresa. Fue uno de los pueblos que más nos gustó. Quizás fuera porque no nos lo esperábamos o quizás porque disfrutamos del pueblo en la más absoluta tranquilidad. Después del merecido paseo matutino continuamos con la ruta en coche. Salimos de nuevo a la carretera Ma 10 en dirección a Escorça. Seguíamos bordeando la isla por su carretera más occidental, la que atraviesa la sierra de Tramuntana. El trayecto nos depararía excelentes paisajes.
La carretera, siempre llamativa, a veces se tornaba túnel
Y nos regalaba durante la ruta paisajes repletos de encina y caliza
Así de entretenidos llegamos al entorno de los embalses
Situados en el entorno del Puig Mayor, el pico más alto de Mallorca
Cerca de Escorça abandonamos la Ma 10 con destino a Sa Calobra
Y fue a partir de aquí cuando comenzó uno de los episodios más memorables de todas las vacaciones. Teníamos por delante una pronunciada y pintoresca bajada hasta Sa Calobra. Pero lo mejor de todo es que allí iniciaríamos una ruta por el Torrent de Pareis, sin duda, uno de los lugares que más marcados se nos quedaron durante nuestro viaje por Mallorca. Fue un recorrido tan llamativo que le dedicaremos las dos próximas entradas.
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