miércoles, 6 de noviembre de 2013

De Soller a Fornalutx con parada y fonda en el Port de Soller

El 28 de septiembre de 2012 tocaba a su fin después de conocer buena parte de la sierra de Tramuntana. Atrás quedaban las visitas a Banyalbufar, Valldemossa y su puerto y a Deiá. La noche se nos echó encima de camino a Soller. Así que nos tuvimos que conformarnos con un recorrido nocturno por esta localidad. Como nuestra ruta en coche se había planeado sobre la marcha, no teníamos claro donde íbamos a pasar la noche. Al final dormimos en el puerto de Soller acunados por las olas. A la mañana siguiente tendríamos tiempo para conocer el núcleo de Fornalutx y el entorno del Puig Mayor, el pico más alto de la isla.

Soller, por así decirlo, es la como la capital de la comarca de la Tramuntana. Allí llegamos con la noche prácticamente cerrada y sin tener claro donde íbamos a dormir. Para centrarnos optamos por aparcar el coche y dar un paseo. Además también aprovechamos para marcarnos un buen txikiteo al más puro estilo Komando Gorteak. Como casi siempre, la visita mereció la pena.

Una de las calles principales de Soller con la noche a punto de caer

La iglesia de Soller, modernista y de clara influencia gaudiana

Banco de Soller, también obra de Rubió i Bellver

Detalle de la forja de las ventanas del Banco de Soller

Una de las cosas que nos hizo parar en Soller fue, sin duda, sus interesantes muestras de arquitectura modernista. A parte de su iglesia y el Banco de Soller, proyectadas por el discípulo y ayudante de Gaudí Joan Rubió i Bellver, el núcleo cuenta con otros cuantos edificios llamativos. Además, aquí está el museo modernista de Can Prunera, que no pudimos visitar dadas las horas en las que nos movíamos. A parte, Soller es un lugar de peregrinaje turístico dado que conserva la línea férrea de principios de siglo XX y que la une diariamente a Palma de Mallorca. Gracias a este tren de época son muchas las personas que visitan, sobretodo en verano, esta localidad enclavada en plena sierra de Tramuntana.

Vistazo nocturno a la fachada de Can Prunera, derroche de curvas e imaginación

Tras un buen rato de paseo, tocó sentarse a disfrutar del vino de la tierra, tranvía mediante

No solo los vinos, también las tapas son tradición en esta localidad

Interior de una vivienda de corte modernista que nos encontramos paseando por Soller

Después de patear las principales calles de Soller y de recorrer unos cuantos bares, optamos por buscar un lugar para pasar la noche. Nos decantamos por abandonar esta localidad e ir en busca de un lugar más tranquilo. Así que ni cortos ni perezosos nos acercamos hasta el Port de Soller. Allí encontramos un aparcamiento con vistas al puerto que acabaría siendo nuestra habitación particular. Antes de irnos a dormir nos fuimos a tomar unos chupitos de hierbas. Y de paso aprovechamos para disfrutar de las luces de la noche, que en aquella ocasión estaban vestidas de tormenta.

Luces mágicas y tormentosas en el entorno de la playa de Port de Soller

Con tantas luces, casi perdemos el sentido, así que nos fuimos a dormir antes de enloquecer

A la mañana siguiente, desayunamos en nuestro peculiar bungalow

Después de desayunar fuimos a dar un corto paseo por el Puerto. Aquella mañana del 29 de septiembre se había levantado más o menos soleada. Y según las previsiones del tiempo aquel iba a ser el único día que nos íbamos a librar de la lluvia. Así que no lo dudamos. Aquella jornada haríamos una ruta por el Torrent de Pareis, una de las maravillas naturales de Mallorca. Eso si, antes de iniciar la ruta nos acercaríamos a conocer el núcleo de Fornalutx, cerca de Soller y de camino a nuestro destino final.

Panorámica general del núcleo de Fornalutx, rodeado de montañas

Ya en el pueblo, una toma más próxima con la torre de la Casa de la Villa en primer término

Un entramado de calles empedradas y pendientes rodeado de naturaleza e historia

La localidad de Fornalutx es uno de esos lugares a visitar durante la estancia en Mallorca. Se trata de un pequeño pueblo donde abundan las casas tradicionales. Dar un paseo por sus calles es como volver atrás en el tiempo. Aquí no es difícil imaginar cómo era la vida antes de la llegada del turismo de masas, centrada en la agricultura. Dado que todavía no era muy tarde, pudimos saborear este rincón histórico sin la presencia de demasiados turistas. Todo un lujo para nuestros sentidos.

Otra de las calles de la localidad, donde se aprecian las construcciones tradicionales

Callejeando de buena mañana por Fornalutx, en el corazón de la Tramuntana

Un lugar tan interesante en lo arquitectónico como en lo paisajístico

No faltaron los detalles modernistas durante el paseo

Otra clara muestra de arquitectura de principios del siglo XX

Las tejas pintadas, un arte popular que se extendió en el pueblo entre los siglos XIV y el XIX

La verdad es que la visita al núcleo de Fornalutx fue toda una sorpresa. Fue uno de los pueblos que más nos gustó. Quizás fuera porque no nos lo esperábamos o quizás porque disfrutamos del pueblo en la más absoluta tranquilidad. Después del merecido paseo matutino continuamos con la ruta en coche. Salimos de nuevo a la carretera Ma 10 en dirección a Escorça. Seguíamos bordeando la isla por su carretera más occidental, la que atraviesa la sierra de Tramuntana. El trayecto nos depararía excelentes paisajes.

La carretera, siempre llamativa, a veces se tornaba túnel

Y nos regalaba durante la ruta paisajes repletos de encina y caliza

Así de entretenidos llegamos al entorno de los embalses

Situados en el entorno del Puig Mayor, el pico más alto de Mallorca

Cerca de Escorça abandonamos la Ma 10 con destino a Sa Calobra

Y fue a partir de aquí cuando comenzó uno de los episodios más memorables de todas las vacaciones. Teníamos por delante una pronunciada y pintoresca bajada hasta Sa Calobra. Pero lo mejor de todo es que allí iniciaríamos una ruta por el Torrent de Pareis, sin duda, uno de los lugares que más marcados se nos quedaron durante nuestro viaje por Mallorca. Fue un recorrido tan llamativo que le dedicaremos las dos próximas entradas.

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