Antes de llegar a Escorça tomamos un desvío en dirección a Sa Calobra. Aquella mañana se presentaba soleada y aunque anunciaban tormentas por la tarde, nos decidimos a conocer este rincón mágico de Mallorca. Cada vez quedaba menos para que nos calzáramos las botas de monte y disfrutásemos de la naturaleza en toda su plenitud. Y es que unas vacaciones sin ruta montañera no son lo mismo.
La conocida carretera de acceso a Sa Calobra, un sinfín de curvas y contracurvas
Uno de los tajos naturales que cruza este vial
Después de un buen rato de conducción se llega a esta peculiar cala
Personalmente conocía este paraje de un viaje familiar realizado hace más de diez años. Ya cuando lo conocí me llamó muchísimo la atención. No solo por el entorno, si no por todo lo que quedaba por descubrir río arriba. De la cala sale un camino que cruza las rocas y llega hasta la desembocadura del barranco. Un lugar mágico y que habitualmente está lleno de turistas de todas las nacionalidades.
Atravesando el túnel de camino a la desembocadura del torrente
La parte final del torrente, al fondo el camino que tomaríamos para remontarlo
Myriam preparándose para salvar el primer escollo, cruzar el río
Ni que decir tiene que aquella mañana éramos algo así como la atracción del lugar. No porque hubiéramos pasado la noche en el coche, si no por nuestras pintas. En un lugar donde abundan los turistas, llamaba la atención nuestra indumentaria basada en botas de montaña, mochila y pantalones cortos. Y es que para recorrer este torrente a pie hay que ir preparado. Aunque se camina por el cauce del río, habitualmente seco, el terreno es cuanto menos irregular y agreste.
Cruzado el río, continuamos con nuestra ruta, siempre cauce arriba
Poco a poco el desfiladero se hacía más entretenido y vistoso
Siguiendo los hitos en los lugares de mayor complejidad orientativa
La ruta por el Torrent de Pareis está considerada como una de las más espectaculares de toda la isla. Para realizarla es obligatorio calzado apropiado, una buena forma física y tener experiencia en la montaña. Son constantes las subidas y bajadas, las trepadas y hay que saber leer cuál es el mejor paso. Se puede realizar desde Escorça hasta Sa Calobra o al revés. Nosotros nos decantamos por esta última opción, que nos permite conocer la parte más llamativa del Torrent y regresar al coche sin tener que realizar el gran esfuerzo de recorrer el torrente hacia en los dos sentidos. Si no se cuenta con coche, es mejor realizar el recorrido desde Escorça. Eso si, algún que otro paso es más complicado en sentido descendente.
Myriam atravesando una zona de grandes piedras erosionadas por el agua
Una de las pozas que nos encontramos durante el recorrido de ascenso
Las formas, los colores y las sombras son más llamativas cuanto más se avanza
Río arriba, las paredes del desfiladero parecen tocarse
Un recorrido muy entretenido rodeados por una naturaleza majestuosa
Sintiéndonos hormigas en un universo de enormes dimensiones
Cuanto más remontábamos más estrecho se hacía el cauce del torrente
Tuvimos la suerte de realizar el recorrido en plena soledad. Caminar entre estos altos farallones es toda una experiencia inolvidable. Sin duda, la excursión estaba mereciendo la pena. No teníamos muy claro hasta dónde íbamos a llegar. Así que fuimos tirando sin pausa. La idea era llegar hasta un punto donde comeríamos y luego regresaríamos al coche. Dependiendo del terreno que nos encontrásemos, así haríamos. Eso si, también debíamos estar atentos a las nubes. Una tormenta en un lugar como este puede ser todo un problema. Así que como viene siendo habitual en la montaña, con la cabeza fría y con juicio.
El terreno, cada vez más escarpado y pedregoso
Myriam trepando por una cuerda en uno de los pasos más complicados
Hasta nos tocó meternos entre las rocas para seguir avanzando
Superados estos pasos, el torrente se hace aún más angosto
Muy cerca del lugar donde optamos por finalizar la ruta
Caprichosas formas modeladas por las fuerzas de la naturaleza
Las formas y colores de las rocas no dejaban de sorprendernos
El lugar en el que comimos y dimos por terminada la ruta
Según nuestros cálculos, habíamos recorrido aproximadamente la mitad de la ruta. Dado que las horas avanzaban, no quisimos forzar la máquina. Todavía teníamos que regresar al coche y después encontrar un lugar en el que pasar la noche. Así que en este punto nos detuvimos. Comer en un restaurante como este no tiene precio. Y después del avituallamiento sólo quedaba la vuelta, que nos depararía un montón de fotos. Tantas como para otra entrada más. El Torrent de Pareis, sin lugar a duda, se lo merece.
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