sábado, 30 de agosto de 2014

Liverpool y II, entre el comercio imperial y la noche beat

Lo habíamos dejado a la salida de la Catedral Metropolitana de Liverpool. Llevábamos en la ciudad medio día y ya habíamos pateado sus principales rincones y calles. Habíamos visto la zona de los muelles, la catedral y la zona del centro. Pero aún la ciudad beat por excelencia nos tenía deparadas unas cuantas sorpresas. Aquella segunda parte de la jornada la dedicamos a conocer el barrio de Castle Street, la zona del Cavern, ese mítico local donde empezaron Los Beatles, y el Area de Pier Head. Hasta tuvimos tiempo para tomar unas degustaciones típicas antes de regresar a Manchester.

Tras la comida tradicional y la visita a la peculiar Catedral Metropolitana, continuamos con la ruta. No faltó el necesario café take away (no confundir con return the buey). Y casi sin darnos cuenta llegamos hasta las puertas de la estación de tren. Bueno, en realidad si que nos dimos cuenta, porque tuvimos que caminar un buen rato en el que no faltaron las risas.

En la estación de Lime Street el reloj marcaba las tres y hasta las palomas buscaban siesta

Fernando no dejó pasar la tipica foto detro de la cabina

Ya se sabe que caminar por una ciudad grande implica siempre grandes recorridos. A pesar de que Liverpool tiene un tamaño manejable, las distancias tienen lo suyo. Así que sin parar de caminar fuimos acercándonos al barrio de Stanley Street . La zona, conocida también como el área de Castle Street, está enmarcada dentro de esas partes de la ciudad declaradas Patrimonio de la Humanidad. Aquí, de nuevo, comprobamos la pujanza de este puerto, sobretodo durante el Siglo XIX, cuando buena parte del comercio con el Imperio Británico pasaba por Liverpool. Enormes edificios nos dieron la bienvenida.

Antes de entrar en materia repostamos unos dulces para mitigar el cansancio

 La arquitectura, la gran protagonista de esta parte de Liverpool

 La calle del Castillo, que da nombre al barrio en el que nos encontrábamos


El edificio de la India, portentosa construcción comercial

Por las proximidades de las "tres gracias", ya cerca del puerto

Pasear por estas calles fue la mejor manera de comprobar la importancia que tuvo el puerto de Liverpool. Fue toda una delicia caminar entre estos enormes bloques por el que antaño trasegaron mercancías y personas de buena parte del mundo. Eso si, el cansancio se hacía cada vez más patente en nosotros. Así que cuando llegamos a la zona del Pier Head, junto al puerto, aprovechamos un banco para hacer un merecido descanso. Ninguno de los tres lo propuso, pero los tres lo hicimos lo mismo y sin mediar palabra.

Una breve parada junto al embarcadero a la isla de Wight con vistas a la ciudad

Ni que decir tiene que parar un rato nos devolvió la vida. Sobretodo a nuestras piernas, que habían superado con creces la decena de kilómetros. La tarde avanzaba y con ella llegaban las luces de ensueño. Después de pasar la mayor parte de la jornada entre nubes amenazantes, el sol tomaba impulso. Íbamos a encontranos con la mejor luz del día en la zona de las Tres Gracias. Allí donde la ciudad comercial se une con la portuaria. Una zona también declarada patrimonio de la Humanidad donde conviven edificios históricos con construcciones más modernas como el museo de Liverpoool. Como no podía ser de otra manera, nos la gozamos con las luces mientras nuestro ritmo se volvía más pausado y tranquilo.

Las primeras luces del atardecer nos pillaron paseando junto al rio Mersey

 Jugando con las luces y los reflejos a las puertas del Museo de Liverpool

 Con una luz tan luminosa y agradable no era difícil encontrar encuadres llamativos

 Una más de reflejos y líneas, otra visión de la ciudad de Liverpool

Paseando por esta zona con la agradable luz del atardecer, sufrimos uno de los momentos de más risas del viaje. Y eso que hubo un montón de ellos. Quizás por el cansancio o por la simple tontería, acabamos a carcajadas después de arribar al dique seco del puerto de Liverpool. Pensamos entonces que una buena traducción de este espacio podría ser "Say what dry". Una simple tontería que nos obligó a echar lágrimas y carcajadas a dolor.

Un último paseo por la zona del museo antes de ir en busca del Cavern 

Llevábamos todo el día caminando por la ciudad y no habíamos sido capaces de encontrar el Cavern, ese lugar mítico donde comenzaron a tocar los cuatro de Liverpool. Quizás porque no miramos mucho el mapa o porque siempre caminábamos sin una dirección fija y como improvisando, el caso es que no habíamos logrado dar con este local. Ya con la noche llamando a la puerta nos fuimos acercando a la calle Victoria, hasta que de repente...

Sacando esta foto descubrimos que por fin habíamos dado con el lugar a visitar

 La puerta de entrada de este local, que en realidad no está ubicado en lugar en el que comenzaron los Beatles, es todo un reclamo para los visitantes que se acercan a Liverpool. Para sacarse una foto con la estatua del tío John postrado en su pared hay que hacer cola. Aun así el lugar tiene su punto de magia. Y uno siente que está en un lugar que marcó y fue marcado por la música hasta nuestros días. Lo que más nos llamó la atención fue la decoración de la fachada: todos los artistas que pasaron por la sala tienen grabado su nombre en los ladrillos. Todo un curso básico de música en una simple pared.

Casi nada, y eso que solo es una parte de la fachada

 La calle Mathew, donde convive el pasado Beatle y los comercios de ropa y souvenirs

 Una calle rebautizada y de obligatoria visita 

 Una calle donde también abundan los locales de música y de cerveza

Una vez que dimos con esta calle llena de sonido comprendimos que habíamos visto todo lo que había que ver de la ciudad. Así que a partir de ese momento nos tomaríamos el resto de la visita con mucha más calma y sosiego. En primer lugar nos tomaríamos unas cervezas para celebrar nuestro paso por Liverpool. Luego ya habría tiempo para dar un último paseo nocturno. Pero lo primero era lo primero.

Cervezas y Kalimotxo al estilo local con tapas de ensaladilla rusa de lata para no desfallecer

Tras las cervezas, donde no faltaron las risas, continuamos con nuestra ruta. Todavía nos quedaban un par de horas largas para tomar el autobús de regreso a Manchester. Así que optamos por dar un paseo para bajar las latillas que nos iba a llevar a la zona del Albert Dock. La idea era conocer esta agradable zona portuaria por la noche. Hasta allí nos encaminamos cuando casi sin quererlo estábamos cruzando el gran centro comercial Liverpool One. No deja de ser llamativo eso de caminar por una calle que es un centro comercial. O un centro comercial cruzado por calles, que también puede valer.

Los escaparates, a parte de precios de infarto, nos mostraban llamativas imágenes

 Ya muy cerca del Albert Dock esperando nuestro turno de paso

 Aspecto que mostraban los antiguos almacenes y muelles hoy reconvertidos hacia el ocio

Y una última toma a modo de despedida de esta zona, sin duda la más atractiva de la ciudad 

De camino hacia la estación de autobuses optamos por buscar otro bar en el que saciar la sed

En realidad lo que necesitábamos era buscar un WC dado el efecto diurético de la cerveza. Así que cuando encontramos un bar bien parecido entramos a tomar unas degustaciones. No teníamos demasiado tiempo para tomar más cervezas. Ni tiempo ni dinero. Así que nos tomamos unos buenos chupitos de whisky que acabaron de animarnos antes de regresar a Manchester.

Fernando manejándose con el inglés para pedir en la barra de este lustroso local

 Cuando salimos del bar la vista nos hacía efectos raros, sería cosa del cansancio

Una vez en la estación, esperamos a que llegase nuestro autobús. Realmente estábamos cansados. Habíamos pasado más de doce horas pateando sin descanso y todavía quedaba regresar al albergue a Manchester. La jornada había merecido mucho la pena. Habíamos conocido a fondo la ciudad de Liverpool pero también nos habíamos pegado una paliza de las buenas a caminar. Ni que decir tiene que durante el trayecto de poco más de una hora, hubo quien aprovechó para recuperar horas de sueño perdidas.

Este fue el panorama que me acompañó durante el viaje de Liverpool a Manchester

Cuando llegamos a Manchester pusimos rumbo al albergue. Una vez allí preparamos algo de cena y nos fuimos a acostar. El día había sido más que intenso y Liverpool nos había dejado un muy buen sabor de boda. Pero había que guardar fuerzas para el resto de jornadas. Al día siguiente tendríamos toda la mañana para conocer Manchester. Así que una vez más nos iba a tocar madrugar. Ni que decir tiene que aquella noche caímos rendidos como pellejos.

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