sábado, 8 de noviembre de 2014

Manchester, a paso ligero entre lo industrial y lo moderno

Aquél 20 de febrero de 2014 nos despertamos en Manchester. La jornada anterior la habíamos dedicado en cuerpo y alma a conocer la ciudad vecina de Liverpool. Y ahora nos tocaba patear por esta urbe conocida por su pasado industrial y por sus equipos de fútbol. Teníamos poco más que una mañana para indagar por las calles de esta ciudad que a pesar de no contar con grandes reclamos turísticos tiene, como casi todas las ciudades, cosas interesantes para descubrir. Así pues, a pesar de las nubes amenazantes, madrugamos y nos pusimos a la tarea. Tocaba caminar para empaparnos de la esencia de esta ciudad donde predomina el ladrillo y el color rojo.

Tras el merecido desayuno nos calzamos las botas y salimos del albergue. Con la ayuda de un mapa nos dirigimos hacia la zona de Canal Street, un barrio reconvertido en abanderado de la homosexualidad. Allí, al menos por la mañana, es posible disfrutar de una ciudad más tranquila y bucólica. Paseando junto a los canales aprovechamos para entonar el cuerpo y desperezarnos. Teníamos que andar ligeros para aprovechar al máximo nuestra estancia. Ya habíamos pateado por la zona de la catedral y el centro la noche que llegamos, pero aún nos quedaban un montón de cosas en el tintero.Y en unas seis horas estaríamos subidos en un bus con destino a Escocia. No había tiempo que perder.

Canal Street, una zona repleta de locales de ambiente gay

 Fernando, que poco a poco se iba soltando con el inglés, posando para la posteridad

 Grandes edificios que recuerdan el pasado industrialmente portentoso de Manchester

 Pasito a pasito llegamos hasta el Town Hall o Ayuntamiento

 Palacio de Justicia, obra moderna entre construcciones más clásicas

La ciudad de Manchester es una amalgama de estilos arquitectónicos. La zona centro apenas conserva construcciones históricas salvo la catedral y algún que otro edificio más. Abundan las edificaciones de corte industrial y ladrillo rojo. Y también son notables las creaciones recientes. Vamos, que los rascacielos y edificios de oficinas se entremezclan con otros de viejo ladrillo y con edificios más solemnes como la biblioteca. A nosotros nos dio la sensación de estar caminando por una ciudad de un sin apenas orden ni concierto. Tan pronto estábamos viviendo el explendor industrial de la ciudad como su moderno crecimiento. Aun así, el paseo en tan buena compañía estaba resultando más que agradable.

Sin paradas de ningún tipo y con ligeras lluvias llegamos al puente sobre el río Irwell

 Cruzamos a la otra orilla y caminamos junto al río para no salirnos de la ciudad

 Nuestro compañero de viaje guardando recuerdos de su paso por Manchester

 Durante la caminata tampoco faltaron los clásicos callejones ingleses

La mañana estaba cundiendo de lo lindo. Eso si, los kilómetros caían con una facilidad espantoso. Ya se sabe que en las grandes ciudades siempre se camina mucho. Y más si se tiene poco tiempo y se quiere ver lo máximo posible. Así que tras pasar por la zona de la catedral y Printworks regresamos al Northern Quarter, donde teníamos nuestro albergue. Habíamos cerrado una especie de vuelta a la redonda por el entorno del centro de Manchester. Y ahora, tras la caminata mañanera, tocaba conocer este barrio caracterizado por su vida artística y cultural.

Los distintos planos arquitectónicos de Manchester en uno solo

 El Barrio del Norte, una zona repleta de bares, cafés, tiendas y graffitis

Un vistazo más a la interesante zona del Norterh Quarter

El barrio por el que nos movíamos es también conocido por sus numerosas tiendas de discos. Así que no podíamos desaprovechar la oportunidad de mercar unos cuantos vinilos. Después de callejear lo suyo, encontramos un local muy interesante de segunda mano cerca de Picadilly Gardens. Allí estuvimos un buen rato hasta que mis compañeros de viaje me compraron cuatro joyas. No se si lo hicieron de corazón o para forzarme a abandonar el local y seguir con la visita por Manchester. Aun así, mi agradecimiento por esas nuevas piezas de Uriah Heep, Van Morrison, Fleetwood Mac y Scorpions. Todo un detallazo.

Antes de continuar, hicimos una parada para tomar un café con pastas en Market Street

Tras el café dimos un paseo por los alrededores de Picadilly Gardens, el centro neurálgico de la ciudad. Allí nos encontramos con una suerte de mercado de comidas del mundo en formato fast food. Y como nosotros si que íbamos rápidos, no tardamos en encontrar la oficina de turismo. Bueno, un  poco sí. Allí nos hicimos con un mapa en condiciones y con unos souvenirs. También nos dieron las mejores opciones para apurar la jornada antes de partir hacia Escocia. Teníamos el tiempo justo para comer y poco más. Así que optamos por ir a conocer la zona de la milla del curry. Tomaríamos un autobús para llegar hasta esta zona y matariamos varios pájaros de un tiro: conoceríamos la parte más multicultural de Manchester, nos resguardaríamos de la lluvia durante el viaje en bus y conoceríamos más lugares de la ciudad reduciendo tiempo y esfuerzo.

Princess Street vista ya desde la parte alta del autobús con destino a la milla del curry

 Un paseo en bus de línea que resultó mágico y entretenido por las vistas

 Una particular escultura en las proximidades de la Universidad

 Las luces haciendo de las suyas en una jornada cada vez más húmeda y tormentosa

 Y tras el breve descanso a nuestras piernas, arribamos a destino

 Pichi retratándose con una india como si estuviese en el centro de Bombay

 Curry Mile, la zona con más mezcla gastronómica y racial de Manchester

 Esta zona de la ciudad es famosa por aglutinar uno tras otro un sinfín de restaurantes hindues y otros lugares del planeta. Para alguien que rompía su virginidad internacional con este viaje, esto resultó ser toda una atracción. Para nosotros lo fue, así que imagináos lo que supuso para nuestro compañero de viaje. Y es que no solo eran los restaurantes, también las tiendas, los productos, las gentes del barrio y un largo etcétera. Fue como una pequeña vuelta al mundo sin salir de la misma calle.

Como no podía ser de otra manera, aquí buscamos un lugar para comer sin gastar mucho

Tras la abundante comida optamos por ir dando un paseo hasta el centro a modo de despedida de la ciudad. Nos pateamos toda la calle Oxford pasando por la Universidad, el hospital y otros lugares de ocio y encuentro. Al final casi nos tocó correr para llegar a tiempo. Una vez en el albergue, recogimos nuestras mochilas, nos despedimos, unos más efusivamente que otros, de la recepcionista y partimos hacia la estación de autobuses. Ahora si que si, decíamos hasta la próxima a la ciudad de Manchester. Escocia y la familia de nuestro amigo Chema estaba a unas horas de distancia.

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