jueves, 13 de febrero de 2014

De Alcúdia al noreste de Mallorca

Tras la visita a Polleça nos acercamos a conocer Alcúdia. Ese 30 de septiembre habíamos despertado en el cabo de Formentor y teníamos previsto dormir en Artá. Así que el lluvioso día lo pasaríamos recorriendo la zona norte y noreste de la isla. Tras dos noches consecutivas durmiendo en el coche de alquiler volveríamos a dormir en una cama. Pero hasta entonces todavía nos quedaba tiempo para seguir conociendo esta zona de Mallorca. Por delante la amurallada Alcúdia y unos cuantos kilómetros de costa por delante.

Cuando llegamos a Alcúdia el reloj rondaba el mediodía. Persistían las nubes y la lluvia apenas nos daba tregua. Así que no tuvimos más opción que plantear la visita en vista a estas condiciones. Daríamos un paseo por las murallas y la parte intramuros de la ciudad. Al final el agua nos respetó bastante y pudimos caminar por estas calles durante un par de horas largas. Toda una delicia que nos ayudó a conocer un poco más la historia de este lugar poblado desde la época prehistórica.

La muralla de Alcúdia, uno de los lugares más interesantes

La Puerta el muelle, una de las entradas medievales que aún se conserva en pie

La zona de Alcudia atesora restos históricos desde la prehistoria. La presencia pretalaiotica dio paso a la llegada de los romanos. Durante el medievo fue preciado tesoro para la corona cristiana y también para los musulmanes y los piratas. Hoy en día es uno de los puntos más turísticos de la isla. Sus playas y su ubicación es elegida por muchos para pasar unos días de vacaciones o descanso. Sin duda, pasear por las calles es como hacerlo por un libro de historia. Nosotros, de nuevo, volvimos a huir de las aglomeraciones y buscamos los lugares menos transitados.

Callejeando por las calles de la histórica y estratégica Alcúdia

Un vistazo personal de la muralla que defendió la localidad durante años

 El paseo por esta zona es más que obligatorio

 La casa consistorial, de corte Modernista

 Durante el paseo tampoco faltaron los pequeños guiños en forma de detalles

Tras un buen rato de paseo ya habíamos caminado por las principales calles de Alcúdia. Y su muralla nos había regalado vistas sobre el entorno y la parte antigua. Así que optamos por continuar con la ruta en coche hasta Artá. Eso si, antes de nada daríamos una última vuelta por la localidad a modo de despedida.

Los últimos pasos del Komando Gorteak por Alcúdia, encaminados hacia el coche

Una vez en el coche aprovechamos para saciar nuestro hambre con unos bocadillos variados. Después continuamos el viaje hacia el noreste de la isla. Pero antes de llegar a Artá hicimos alguna que otra parada para conocer, brévemente, el entorno de este lugar histórico de Mallorca.

En las cercanías de Alcanada nos encontramos esta peculiar playa

Un lugar modelado por las algas y la fuerza del agua

Tras esta pequeña parada, regresamos a la carretera Ma 12 que recorre la costa de esta parte de la isla. Durante el trayecto vimos urbanizaciones, espacios naturales y también interesantes playas. Pero lo hicimos desde el coche porque según avanzaba la tarde la lluvia se hacía más intensa. No nos quedó otra que conformarnos con esta visita motorizada. De hecho, cuando llegamos a Artá, no pudimos más que dar una vuelta por el pueblo subidos en el coche. Llovía a cántaros. Visto lo visto nos fuimos directos al hotel que teníamos reservado. Si, una de esas cajas regalo que todavía teníamos de la boda.

Un vistazo al entorno que rodeaba nuestro alojamiento, con Formentor al fondo

Una vez asentados y aseados nos acercamos a Cala Rajada, muy cerca de Capdepera. Allí, ya con la noche pisándonos los talones, nos dimos un pequeño capricho. Después de dos días viviendo en un coche nos apetecía pasear por el pueblo al más puro estilo: tomando unos vinos por los bares, conociendo a los parroquianos y a las gentes del lugar.

Vistazo nocturno a la zona del puerto de Cala Rajada

 Ni que decir tiene que aquella velada pasamos de supermercados, tocaba comer caliente

 A la mañana siguiente el copioso desayuno y un baño nos ayudaron a despertar

 Elegir Sa Duaia para pasar la noche fue todo un acierto y un regalo

Aquel 1 de octubre se despertó soleado aunque con alguna nube con mala pinta. Era nuestra última jornada completa con el coche por la isla. Así que decidimos que dedicaríamos el día a conocer playas. Ya era hora de pegarnos un día sabático después de tanto ajetreo viajero.

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