El entorno de Duruelo de la Sierra está plagado de grandes manchas boscosas de pino
Castroviejo, una especie de ciudad encantada modelada por la naturaleza
Un paisaje donde abundan las cuevas, los recovecos y la magia
Caminando entre farallones llegamos a este mirador con vistas a un mar de pinos
La tarde y el lugar nos deparaba un agradable y misterioso paseo
Jugando con sombras y luces modeladas por los elementos
Una de las rocas más emblemáticas del entorno de Castroviejo, en Soria
Myriam escalando entre rocas de llamativas formas
Ascendiendo a otro de los miradores del entorno
Las rocas compitiendo en altura con los árboles de la zona
Pinar y rocas erosionadas, un binomio muy apropiado para dejar volar la imaginación
Un vistazo panorámico a través de uno de los tajos naturales
Encuadres creativos facilitados por el entorno de Castroviejo
Pinos creciendo casi de manera imposible entre las rocas
Caminando entre oquedades y altos paredones
Contraluz en Castroviejo a últimas horas de la tarde
Un último vistazo a los pinares del entorno, vestidos de ocaso
Cuando regresamos al coche nos dimos cuenta de que habíamos perdido la riñonera donde teníamos las llaves y toda la documentación. El pánico nos invadió por momentos. Así que como locos nos pusimos a repetir el mismo recorrido que habíamos realizado unos minutos antes. Por suerte, encontramos el bolso antes de que la noche se nos echara encima. Todavía con el susto en el cuerpo iniciamos el descenso hasta Duruelo de la Sierra. Y desde allí pusimos rumbo al núcleo burgalés de Quintanar de la Sierra, donde teníamos pensado hacer noche.
De camino nos encontramos este paisaje rocoso y boscoso coloreado por el atardecer
Tras encontrar fonda en Quintanar, nos fuimos de cañas para cerrar la jornada
La noche era bastante fría, así que no apuramos demasiado. Además, a la mañana siguiente tocaba madrugar. Ya que estábamos por la zona aprovecharíamos para conocer las lagunas de Neila. Contentos por haber descubierto el paraje de Castroviejo durante nuestro viaje por la provincia de Soria, dormimos profundamente. Tras dos noches durmiendo en un refugio, la cama nos pareció gloria bendita.
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