domingo, 17 de marzo de 2013

Castroviejo, cuando las formas naturales superan la ficción

El fin de semana de Amigos del Otoño 2012 había tocado a su fin para la mayoría de la expedición. Sin embargo nosotros quisimos apurar el descanso y aprovechar el largo viaje que nos habíamos pegado hasta la Laguna Negra de Soria. Así que optamos por quedar otra noche más en la zona. Tras despedirnos del resto del grupo, emprendimos rumbo hacia Duruelo de la Sierra, el primer pueblo al que llega el recién nacido río Duero. En principio queríamos llegar hasta el nacimiento de este gran río, pero dadas las horas en las que nos movíamos tuvimos que declinar esta opción. A cambio descubrimos un impresionante paisaje rocoso modelado por el viento y el agua: Castroviejo.

El entorno de Duruelo de la Sierra está plagado de grandes manchas boscosas de pino

Tras llegar al punto de inicio de la ruta hasta el nacimiento del Duero, comprendimos que no era plan de comenzar la ruta. No nos quedaban muchas horas de luz. Así que instintivamente seguimos un cartel de madera en el que marcaba Castroviejo. Cuando llegamos a destino descubrimos un lugar mágico y misterioso donde la roca es la auténtica protagonista. A veces los lugares más increíbles están donde uno menos se lo espera.

Castroviejo, una especie de ciudad encantada modelada por la naturaleza

Un paisaje donde abundan las cuevas, los recovecos y la magia

Caminando entre farallones llegamos a este mirador con vistas a un mar de pinos

La tarde y el lugar nos deparaba un agradable y misterioso paseo

Jugando con  sombras y luces modeladas por los elementos

Una de las rocas más emblemáticas del entorno de Castroviejo, en Soria

Myriam escalando entre rocas de llamativas formas

Ascendiendo a otro de los miradores del entorno

El paraje de Castroviejo no solo cuenta con un buen puñado de rocas de gran porte y formas intrigantes. También existen mesas, una fuente y un amplio espacio para el esparcimiento y el ocio. Además se puede caminar por entre las rocas sin seguir un sendero marcado. Vamos, un lugar más que recomendable para pasar un buen rato entre la naturaleza o para comer con los amigos o la familia. Un lugar algo desconocido que a nosotros nos sorprendió desde el primer momento. Un buen destino al más puro estilo Komando Gorteak: naturaleza en estado puro, tranquilidad y paisaje en el mismo lote.

Las rocas compitiendo en altura con los árboles de la zona

Pinar y rocas erosionadas, un binomio muy apropiado para dejar volar la imaginación

Un vistazo panorámico a través de uno de los tajos naturales

Encuadres creativos facilitados por el entorno de Castroviejo

Pinos creciendo casi de manera imposible entre las rocas

Caminando entre oquedades y altos paredones

Contraluz en Castroviejo a últimas horas de la tarde

Un último vistazo a los pinares del entorno, vestidos de ocaso

Cuando regresamos al coche nos dimos cuenta de que habíamos perdido la riñonera donde teníamos las llaves y toda la documentación. El pánico nos invadió por momentos. Así que como locos nos pusimos a repetir el mismo recorrido que habíamos realizado unos minutos antes. Por suerte, encontramos el bolso antes de que la noche se nos echara encima. Todavía con el susto en el cuerpo iniciamos el descenso hasta Duruelo de la Sierra. Y desde allí pusimos rumbo al núcleo burgalés de Quintanar de la Sierra, donde teníamos pensado hacer noche.

De camino nos encontramos este paisaje rocoso y boscoso coloreado por el atardecer

Tras encontrar fonda en Quintanar, nos fuimos de cañas para cerrar la jornada

La noche era bastante fría, así que no apuramos demasiado. Además, a la mañana siguiente tocaba madrugar. Ya que estábamos por la zona aprovecharíamos para conocer las lagunas de Neila. Contentos por haber descubierto el paraje de Castroviejo durante nuestro viaje por la provincia de Soria, dormimos profundamente. Tras dos noches durmiendo en un refugio, la cama nos pareció gloria bendita.

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