lunes, 7 de julio de 2014

Bienvenida a Manchester, la virginidad rota de Pichi.

A  mediados del mes de febrero de este año conseguimos cuadrar unos cuantos días de descanso para hacer un viaje internacional. La idea era visitar a Chema y Clarita, que viven en Escocia y que recientemente se habían comprado una casa en Dumfries. También aprovecharíamos el viaje para estar con ellos y con su hija, Emy. Así que era más un viaje familiar y de amigos que un viaje del Komando Gorteak en toda regla. Además iba a ser nuestra segunda vez en Escocia. Y en esta ocasión tendríamos un acompañante de lujo que además perdería su virginidad viajandera: Fernando alias Pichi, que en su vida había montado en un avión y que solo había pisado territorios de fuera de España para comprar paños en Portugal. Tras varias semanas de intensos preparativos llegó el gran día. Manchester, Liverpool y Escocia nos esperaban. Por delante seis intensas jornadas donde lo que predominó por encima de todo fueron las risas y la amistad.

Apurando los últimos momentos antes de iniciar el viaje para el aseo personal

La primera de las jornadas sería casi exclusivamente de viaje. Fernando se acercó hasta Asturias para iniciar la marcha. Desde aquí fuimos en coche hasta Bilbao. Durante este trayecto sólo paramos para tomar un café rápido. El tiempo nos pisaba los talones e íbamos a llegar más que justos al embarque. Al final, y casi sobre la última llamada a bordo, llegamos a tiempo para embarcar. Ahora si, el viaje comenzaba. Fernando estaba subido en el avión en el horario estipulado. Eso ya era todo un logro.

Disfrutando de las vistas aéreas de la costa de Gran Bretaña

 Gozando de las luces y nubes que nos brindaban las alturas

Durante todo el vuelo Fernando disfrutó como un niño. Gran apasionado del mundo de la aviación nos iba cantando todas las maniobras que hacía la aeronave. Y como no podía ser de otra manera le dejamos el sitio de la ventanilla para que gozase al máximo del trayecto de Bilbao a Manchester. Esa cara de felicidad radiante no se le borraría hasta varias semanas después de regresar a casa.

Sobrevolando una zona afectada por inundaciones

 Otro de los regalos del vuelo fue poder ver atardecer desde el avión

 Una última toma antes de tomar tierra en el aeropuerto inglés

Lo primero que hicimos al llegar al aeropuerto fue centrarnos un poco. La noche estaba cerrada y apenas íbamos a tener tiempo para disfrutar de la ciudad. Así que nos lo tomamos con calma. Debatimos sobre la manera más económica de llegar al centro de la ciudad y acabamos tomando un bus que nos dejó en Picadilly Gardens, el centro neurálgico de Manchester. Fernando aún no se creía que estaba en Manchester.

Un vistazo a la zona de Picadilly Gardens vestida de noche y gala

 Esa noria ya tan común en muchas de las grandes ciudades inglesas

 No podía faltar la foto conmemorativa entre los chorros de agua, luz y color

Una vez nos ubicamos un poco en el mapa pusimos rumbo al albergue, situado muy cerca de esta céntrica plaza. Allí nuestro acompañante se enamoró de la recepcionista. No iba a ser ni mucho menos la primera vez que Fernando iba a quedar prendado de las mujeres locales.Qué facilidad, chico. Dejamos las mochilas en la habitación, llamamos a Chema para confirmar que habíamos llegado y nos bebimos una botella de clarete casero para celebrar que el viaje había comenzado rodado. Hasta nos invitaron a cenar gratis en una cena comunal organizada por el albergue. Toda una suerte.

El exterior del albergue, situado en la calle Newton, muy cerca de Picadilly Gardens

Aquella noche no era una velada cualquiera. En la ciudad se jugaba un importante partido de fútbol que enfrentaba al Manchester City y al FC Barcelona. Pero como a  los tres el balonpié nos entusiasma lo más mínimo optamos por dar un paseo por los alrededores de la ciudad. Mucho mejor eso que quedar sentados frente al televisor. Así pues emprendimos un pequeño paseo de bienvenida que nos sirvió para bajar la cena y para tomar contacto con esta ciudad del norte de Inglaterra.

Paseos nocturnos, noctámbulos y bañados en zumo de uva por el centro de la ciudad

 Lo primero fue pasear por el barrio donde nos hospedábamos: Northerm Quarter

 Y sin rumbo fijo acabamos en el centro comercial de Printworks

 Antigua sede de un periódico reconvertida hoy en espacio de ocio y consumo

La noche avanzaba y el cansancio se iba haciendo patente en nuestros cuerpos después del largo viaje hasta Manchester. Iba tocando pensar lo de regresar al hotel, más que nada porque nos habíamos alejado, como suele ser habitual en los viajes del Komando, del punto de origen. Así que optamos por dar un último garbeo por la zona de la Catedral para dar por finalizado este primer día de viaje.

La catedral de Manchester, de corte gótico, una de las visitas obligadas en la ciudad

Tras el interesante paseo de bienvenida a Machester nos fuimos a dormir. No era plan de entrar en los bares a dejarnos lo ahorros, así que nos fuimos directos al albergue. Había que descansar. El viaje solo había comenzado y todavía mucha tralla por delante. A la mañana siguiente tocaba madrugar para conocer la vecina ciudad de Liverpool.

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