La tercera etapa del viaje volvió a ser exigente. Completamos un total de 69 kilómetros y subimos siete puertos: cuatro de quinta categoría, uno de cuarta, otro de tercera y uno más de segunda. Acumulamos una ascensión de 1.100 metros de desnivel. Vamos, una jornada completita que además nos sirvió para entrar en la provincia de Lugo.
Partimos de la casa de Marcelino en San Paio (San Martín de Oscos)
Rodando por carreteras locales hasta San Martín de Oscos, capital del concejo
Allí el pelotón creció con la compañía de un amigo de Marcelino
La jornada se despertaba nubosa y gris pero agradable para el pedaleo
Aquella jornada partimos de San Martín de Oscos, en el límite suroccidental de Asturias, y llegamos a O Cádabo, en el concejo lucense de Baleira. La primera parte del recorrido la hicimos acompañados y nos llevó hasta el enlace con el Camino de Santiago primitivo cerca de Fonsagrada. A partir de ese punto continuamos viaje solos por carreteras lucenses siempre ondulantes y escasamente cargadas de tráfico. No volveríamos a abandonar el trazado primitivo hasta la siguiente jornada.
La frondosidad del bosque de los Oscos nos atrapaba por momentos
Y los abedules salían a nuestro paso como queriéndonos dar ánimos para continuar
Con los dos primeros puertos del día ascendidos, divisamos al fondo Santa Eulalia de Oscos
En Santa Eulalia hicimos una pequeña parada para sellar las credenciales en el Ayuntamiento. Después seguimos en descenso para buscar una carretera inaugurada recientemente y que reduce el tiempo de viaje entre este concejo y el vecino de A Fonsagrada, ya en Lugo. Una vez junto al cauce del río solo nos quedaban algo más de seis kilómetros de subida (el puerto de segunda de esta etapa) para cambiar de provincia y de comunidad.
El pelotón durante las primeras rampas de la ascensión
Y tras el esfuerzo llegó la recompensa: entrábamos en Galicia a golpe de pedal
La altura a la que rodábamos nos regalaba estas panorámicas casi aéreas de la zona
Tras una jornada fuera del Camino, el Komando Gorteak volvía a su senda, esta vez la primitiva
La fuerte subida hasta Fonsagrada, otro hito en esta tercera jornada de viaje en bicicleta
Cruceiros y balconadas: sin duda estábamos en Galicia
Así que lo celebramos como mandan lo cánones, caña y tapa
Llegar a Fonsagrada fue toda una satisfacción. Era algo que nos daba fuerzas para continuar la marcha. Por un lado ya estábamos en Galicia y Santiago cada vez estaba más cerca. Y por otro habíamos superado el ecuador del viaje y también de la jornada. Ya habíamos recorrido 40 kilómetros ese día. Eso sí, aún nos quedaban otros treinta que nos hicieron sudar. En principio, según nos había comentado Marcelino, después de Fonsagrada nos quedaba subir dos puertos sin apenas importancia. Realmente las subidas fueron mayores de las esperadas. Y es que el cansancio, los kilómetros y las ascensiones se acumulaban en el cuerpo. Fue un final de jornada donde la cabeza pedaleó tanto o más que las piernas.
Dejando atrás A Fonsagrada y atacando una de las constantes subiditas
Un puerto más para nuestras piernas y otro menos para el final de etapa
El esfuerzo nos era recompensado en forma de paisajes bucólicos
A vueltas con la pizarra, una seña característica de estos lares
Una parada en Paradavella: tomando aliento para las últimas subidas
Al final tuvimos suerte y el día no solo aguantó en lo climatológico, sino que mejoró
Myriam, al fondo, atacando el último puerto, una vez arriba solo quedaba bajar hasta meta
No nos lo podíamos creer: los repechos no cesaban y la meta no llegaba
Hórreo con techumbre vegetal en la provincia de Lugo
Y por fin llegamos a meta: Albergue de O Cadavo
Llegamos al albergue a eso de las cinco de la tarde. Pero tuvimos que esperar hasta las siete para saber si llegaba algún peregrino más y podíamos ocupar dos camas (los caminantes tienen preferencia sobre los ciclistas). Así que hicimos tiempo tomando unas cañas por el pueblo que nos supieron a gloria. Una vez nos instalamos en el albergue, nos duchamos y descansamos aprovechando los últimos rayos de sol del día.
Haciendo balance de la jornada en las puertas del albergue de O Cádavo
Tras la ducha fuimos a cenar y sobre las diez y media de la noche nos acostamos, no sin antes charlar amigablemente con el resto de peregrinos. Caímos rendidos después de la larga jornada. Eso sí, estábamos muy contentos por haber superado una etapa clave. Estaba claro que todavía nos quedaba trecho para llegar a Santiago. Pero se podría decir que lo más duro estaba superado. Ahora solo quedaba aguantar el tipo y seguir pedaleando para llegar a una meta que cada vez estaba más al alcance de la mano. Al día siguiente ya dormiríamos en la provincia de A Coruña.
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