Estas sierras, ubicadas entre los concejos asturianos de Candamo, Illas, Las Reguerras y Grado, conservan un rico patrimonio militar. Es posible ver numerosos restos construidos durante la Guerra Civil: casamatas, trincheras, refugios, observatorios, nidos de ametralladora.... Todo ello aderezado con unas más que interesantes vistas de la zona central de Asturias. Además,las rutas son aptas para todos los públicos y muy didácticas. Vamos, una excursión más que obligatoria.
Comenzando la ruta cerca de los molinos, punto de partida muy visible
Una de las formas de acceder a esta sierra es llegar hasta el alto de La Reigada, en la carretera que une Grado con Avilés. Desde allí se sube hasta el área recreativa de La Degollada y en seguida se ven los carteles que marcan el inicio de las rutas. En total hay tres recorridos de 3´9, 3´6 y 5´8 kilómetros respectivamente. Aquella jornada realizamos uno y medio dadas las horas en las que nos movíamos. Pero se pueden hacer los tres recorridos en un solo día. Eso o disfrutar de la zona en varias visitas.
Pronto aparecieron las construcciones marcadas por la historia y los disparos
Observando los molinos de viento bien de cerca
Las panorámicas en algunos puntos son de 360º, como en este mirador
La senda, bien marcada y señalizada, no tiene pérdida y apenas desniveles
La ruta, por momentos, se interna en bosques de castaños
Los colores y las formas salieron pronto a nuestro paso
Hasta tuvimos tiempo de disfrutar de las setas, muy variadas por estos lares
Desde el área recreativa de La Degollada parte la tercera ruta, quizás la más completa de todas. En este tramo de la sierra las construcciones militares abundan y además son muy variadas. Es también la ruta más larga. Con la tarde avanzada nos adentramos en este misterioso lugar donde con un poco de imaginación se pueden entender las penurias que sufrieron aquellos que construyeron, habitaron y defendieron estas posiciones. No hicimos el recorrido completo, pero quedamos tan satisfechos que seguro que volveremos.
Una de las múltiples trincheras camufladas hoy entre pinos
Myriam, cual soldado, patrullando pasos labrados en roca
La ruta también permite acceder a varios nidos de ametralladora
Disparando fotos desde donde en otro tiempo se dispararon tiros
Aquí el nido perfectamente oculto en el paisaje
Entrando en un refugio, construido para cuando las cosas se ponían feas
Otro de los numerosos nidos de ametralladora que se pueden ver en torno a la ruta
Luces y sombras de una guerra que marcó a estas sierras y a sus gentes para siempre
Salvando las distancias y los tiempos, se podría decir que estas sierras fueron como el frente del Ebro en Asturias. Aquí se libraron batallas que pudieron definir el devenir de la contienda. Una historia que queda muy bien explicada en los paneles y muy bien comprendida en el terreno. El paso del tiempo, la vegetación y otros factores permitieron que multitud de elementos militares quedaran tal y como fueron abandonados. Gracias a una más que correcta actuación, se ha sabido revalorizar un elemento existente sin tener que dilapidar dinero a mansalva. Vamos, todo lo contrario a esas obras faraónicas que buscaban conseguir algo nuevo y que solo trajeron derroche.
Durante la ruta también hubo tiempo para los reflejos
Colores otoñales haciéndose intensos durante las últimas horas de la tarde
Vistas hacia el oeste de la Asturias de la que regresábamos al coche
Batería de artillería, otrora ocupada por cañones
Y una última toma del ocaso antes de regresar a casa
Más que satisfechos regresamos a casa. No solo habíamos retomado la sana tradición del monte. También habíamos redescubierto una zona repleta de historia y abundante en panorámicas. Vamos, una jornada para compartir y también para repetir.
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