viernes, 23 de noviembre de 2012

El frente del Nalón, por los senderos de la Guerra Civil

A mediados del pasado mes de octubre aprovechamos unos días de descanso para hacer un poco de montaña. Entre el verano, las vacaciones y demás, apenas habíamos tenido tiempo para disfrutar de uno nuestros vicios. Ni cortos y algo perezosos nos fuimos a Candamo. La noche anterior trasnochamos de más, así que tuvimos que planificar una salida cercana y corta dadas las horas a las que nos levantamos. Así pues, nos acercamos a conocer los recorridos que no hace mucho se inauguraron en las sierras de Bufarán y El Pedroso. Unas rutas que unen lo paisajístico y lo histórico.

Estas sierras, ubicadas entre los concejos asturianos de Candamo, Illas, Las Reguerras y Grado, conservan un rico patrimonio militar. Es posible ver numerosos restos construidos durante la Guerra Civil: casamatas, trincheras, refugios, observatorios, nidos de ametralladora.... Todo ello aderezado con unas más que interesantes vistas de la zona central de Asturias. Además,las rutas son aptas para todos los públicos y muy didácticas. Vamos, una excursión más que obligatoria.

Comenzando la ruta cerca de los molinos, punto de partida muy visible

Una de las formas de acceder a esta sierra es llegar hasta el alto de La Reigada, en la carretera que une Grado con Avilés. Desde allí se sube hasta el área recreativa de La Degollada y en seguida se ven los carteles que marcan el inicio de las rutas. En total hay tres recorridos de 3´9, 3´6 y 5´8 kilómetros respectivamente. Aquella jornada realizamos uno y medio dadas las horas en las que nos movíamos. Pero se pueden hacer los tres recorridos en un solo día. Eso o disfrutar de la zona en varias visitas.

Pronto aparecieron las construcciones marcadas por la historia y los disparos

Observando los molinos de viento bien de cerca

Las panorámicas en algunos puntos son de 360º, como en este mirador

La senda, bien marcada y señalizada, no tiene pérdida y apenas desniveles
La ruta, por momentos, se interna en bosques de castaños

Los colores y las formas salieron pronto a nuestro paso

Hasta tuvimos tiempo de disfrutar de las setas, muy variadas por estos lares

Desde el área recreativa de La Degollada parte la tercera ruta, quizás la más completa de todas. En este tramo de la sierra las construcciones militares abundan y además son muy variadas. Es también la ruta más larga. Con la tarde avanzada nos adentramos en este misterioso lugar donde con un poco de imaginación se pueden entender las penurias que sufrieron aquellos que construyeron, habitaron y defendieron estas posiciones. No hicimos el recorrido completo, pero quedamos tan satisfechos que seguro que volveremos.
Una de las múltiples trincheras camufladas hoy entre pinos

Myriam, cual soldado, patrullando pasos labrados en roca

La ruta también permite acceder a varios nidos de ametralladora

Disparando fotos desde donde en otro tiempo se dispararon tiros

Aquí el nido perfectamente oculto en el paisaje

Entrando en un refugio, construido para cuando las cosas se ponían feas

Otro de los numerosos nidos de ametralladora que se pueden ver en torno a la ruta

Luces y sombras de una guerra que marcó a estas sierras y a sus gentes para siempre

Salvando las distancias y los tiempos, se podría decir que estas sierras fueron como el frente del Ebro en Asturias. Aquí se libraron batallas que pudieron definir el devenir de la contienda. Una historia que queda muy bien explicada en los paneles y muy bien comprendida en el terreno. El paso del tiempo, la vegetación y otros factores permitieron que multitud de elementos militares quedaran tal y como fueron abandonados. Gracias a una más que correcta actuación, se ha sabido revalorizar un elemento existente sin tener que dilapidar dinero a mansalva. Vamos, todo lo contrario a esas obras faraónicas que buscaban conseguir algo nuevo y que solo trajeron derroche.
Durante la ruta también hubo tiempo para los reflejos

Colores otoñales haciéndose intensos durante las últimas horas de la tarde

Vistas hacia el oeste de la Asturias de la que regresábamos al coche

Batería de artillería, otrora ocupada por cañones

Y una última toma del ocaso antes de regresar a casa

Más que satisfechos regresamos a casa. No solo habíamos retomado la sana tradición del monte. También habíamos redescubierto una zona repleta de historia y abundante en panorámicas. Vamos, una jornada para compartir y también para repetir.

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