jueves, 17 de octubre de 2013

De Palma a Banyalbufar, tomando contacto con la sierra de Tramuntana

Aquel 28 de septiembre de 2012 el viaje por Mallorca dio un importante giro. Atrás quedaban los paseos por su capital, Palma. Y ahora tocaba conocer el resto de la isla. Para ello alquilamos un coche durante cuatro días que a parte de transporte nos serviría como pensión. La idea inicial era circunvalar Mallorca por sus carreteras más próximas al mar. Eso si, la ruta, como suele ser habitual, se iría cociendo sobre la marcha. Aquella primera jornada nos centraríamos en la carretera MA 10 que recorre la sierra de Tramuntana. La primera parte del recorrido nos llevaría desde Palma al núcleo de Banyalbufar pasando por Andratx y su puerto, por San´t Elm y por varios miradores sobre el Mediterráneo. Una buena manera de tomar contacto con la geografía y la naturaleza de esta isla.

Aquella mañana volvimos a madrugar. Después de dejar nuestra pensión en el centro de Palma fuimos a desayunar. Luego nos encaminamos hacia el aeropuerto, donde habíamos reservado el alquiler de un coche. Decíamos así hasta luego a la ciudad de Palma, donde pasaríamos una última noche antes de regresar a Asturias. Tocaba cambiar los paseos por la conducción.

Por el aeropuerto de Mallorca en busca de la oficina de alquiler

Arrancamos el coche y nos fuimos directos al puerto de Andratx.

Donde descubrimos cómo funciona la protección urbanística en determinadas zonas de la isla

La verdad es que este primer tramo de viaje en coche no tuvo nada de especial. Salimos del aeropuerto, bordeamos Palma por la vía rápida que rodea la ciudad y seguimos por la autovía hasta cerca de Andratx. Allí nos fuimos en busca del mar y del puerto. La parada en este núcleo, donde lo único sobresaliente era la cantidad de yates y apartamentos a disposición de los turistas, fue una especie de punto de salida para nuestro recorrido en coche. Ahora si que sí, atrás quedaba Palma y la zona más urbanizada de la isla. A partir de entonces la naturaleza y los pequeños pueblos serranos serían el punto fuerte del viaje. Del puerto de Andratx, tras un avituallamiento en un super para comprar comida, pusimos rumbo a San´t Elm, un pequeño núcleo situado en la parte más occidental de la isla.

El entorno de San´t Elm, más tranquilo y natural que el de Andratx

En este núcleo nos encontramos este peculiar dibujo del tío Jimi Hendrix

San´t Elm, el lugar de donde parten los barcos hacia la isla de Sa Dragonera, al fondo

Playa de San´t Elm, donde las nubes se resistían a desaparecer

A partir de aquí comenzó el verdadero viaje por la sierra de Tramuntana

Desde la pequeña y apartada localidad de San´t Elm, nos dirigimos hacia Andratx. Allí arranca (o finaliza, según se mire) la carretera MA 10, que recorre la sierra de Tramuntana de manera paralela al mar. Que nadie se piense que las panorámicas del Mediterráneo son continuas. Más bien se trata de una carretera montañosa que recorre la parte más escarpada de la isla y que, de vez en cuando, nos sorprende con miradores hacia la costa. Vamos, una delicia de vial para recorrer sin prisa y disfrutando del entorno. Nuestro recorrido nos llevó directos al núcleo de Banyalbufar. Solamente hicimos paradas para tomar fotos en los miradores y en los lugares más llamativos del trayecto.

A veces los farallones rocosos parecían cortarnos el paso

Otras veces eran las caprichosas calizas las que animaban a detenernos

Vistas de la costa desde el Mirador de Ricardo Roca

Y otra toma desde el mismo lugar pero hacia el mar, donde los colores parecían mágicos

Tras la parada de rigor, continuamos con el viaje por carretera

Y así llegamos al mirador de Ses Ànimes, excelente atalaya sobre el mar

Oteando el horizonte desde el interior de la torre vigía de Verger

La sierra de Tramuntana es, sin duda, uno de los lugares más interesantes de la isla de Mallorca. Aquí las montañas, que mueren directamente en el Mediterráneo, muestran su lado más salvaje. Quizás por ello la Unesco declaró su paisaje cultural como Patrimonio de la Humanidad. Y es que por estos lares no solo impresiona la sierra en si, sus panorámicas y su naturaleza. También sobresalen sus pueblos, sus costumbres agrícolas y su riqueza a modo de senderos y caminos tradicionales.

Cuando llegamos a Banyalbufar hicimos una parada obligatoria

Un pequeño núcleo famoso por sus bancales y su producción vinícola

Después de tanto conducir, el paseo por sus calles nos supo a gloria

Un núcleo donde abunda la piedra y el color verde en las ventanas

En muchas calles el frescor y el color verde lo aportan las plantas

Banyalbufar, donde las casas parecen estar colgadas sobre el mar

Cuando llegamos a Banyalbufar aparcamos el coche en el primer lugar que encontramos libre. Paseamos tranquilamente para estirar las piernas después de esta primera parte de recorrido en coche. Pero no solo eso. También disfrutamos de sus calles, de sus vistas y de su tradición vinícola. Tras un buen rato de paseo por calles prácticamente desiertas, entramos en un bar para probar los caldos del lugar. Disfrutar de un vino blanco en un mirador con vistas al Mediterráneo es de esas cosas que no tiene precio.

Un último vistazo a Banyalbufar antes de continuar con la ruta

Después de la visita a este núcleo serrano tocaba continuar con el viaje por la Tramuntana. Por delante nos esperaban destinos tan llamativos con Valldemossa o Deiá. Pero esto lo dejaremos para otro post.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Palma de Mallorca 2, entre lo medieval y lo moderno

Después de conocer las edificaciones modernistas más céntricas de Palma y una vez visitado el interior de su catedral gótica, debíamos seguir con nuestro paseo. Es cierto que la ciudad ya nos había sorprendido por su riqueza artística, pero no es menos verdad que aún nos quedaba por descubrir un montón de lugares interesantes. En esta segunda parte de aquel 27 de septiembre de 2012 nuestros pasos nos llevaron por calles de origen medieval. En este recorrido no faltaron los típicos patios interiores, las costruciones de corte renacentistas ni más viviendas de principio de siglo XX. La visita del Komando Gorteak a la ciudad de Palma estaba cundiendo de lo lindo.

Tras la obligatoria visita a la Catedral hicimos un pequeño descanso. Llevábamos varias horas caminando y aprovechamos para tomar un café. La mañana estaba siendo muy productiva pero debíamos seguir. No queríamos conformarnos con lo que ya habíamos visto. Sabíamos que Palma tenía aún más tesoros guardados para nosotros. Así que después del café continuamos paseando por las calles de la ciudad.

Can Espanya Serra, construida a finales del XIX y premio a la rehabilitacion

Peculiar edificio de corte Renacentista en el centro histórico de Palma

Otro vistazo a este llamativo edificio con pintorescas esculturas

El paseo también nos deparó sorpresas como este patio

O este edificio señorial fechado en 1779

Detalle del ornamento de una de las puertas que nos salió al paso durante el recorrido

Patear por esta zona de la ciudad fue como regresar a una época anterior a la nuestra. Por momentos nos sentíamos como personajes medievales caminando por la zona amurallada de la ciudad. No era difícil imaginarse cómo podía ser la vida en esta época o en el renacimiento. Al menos el decorado era el apropiado para estos divagares. Después de un buen rato por esta zona en la que apenas encontramos turistas, regresamos a la zona del centro.Allí, de nuevo, el modernismo volvió a ganar la batalla al medievo.

Pequeño homenaje creativo a estas dos soberbias casas modernistas

Detalle de la decoración exterior del Forn des Teatre, todo un clásico

El Gran Hotel de Palma, obra de Domenech i Montaner, hoy sede cultural

Aprovechamos que estábamos metidos en harina y entramos a conocer el Gran Hotel por dentro. Este edificio, levantado entre 1901 y 1903 es considerado una de las primeras construcciones modernistas de la ciudad. Hoy en día acoge la sede de la Fundación Cutural de la Caixa. Ya en su interior pudimos disfrutar de una interesante exposición del pintor modernista Anglada Camarasa. Vamos, modernismo a raudales, tanto por dentro como por fuera.

Muy cerca del Gran Hotel está Can Casasayas y la antigua Pensión Menorquina

Otro imaginativo vistazo a la creativa construcción de Roca i Simó

Nuestros pasos también nos llevaron por calles más estrechas y lúgubres

Y tras comer en un parque, con chupito de hierbas incluido, nos acercamos hasta Es Baluard

Desde allí tuvimos esta privilegiada vista de la Catedral y su rosetón

El recorrido de tarde lo hicimos aunando arte histórico y contemporáneo

Calles solitarias de camino al edificio de la Llotja

Reflejos en la Llotja, una de las joyas del gótico civil de la ciudad

Llamativa galería de hierro en un edificio próximo a la Llotja

A veces las calles eran tan estrechas que apenas entraba la luz

No es por exagerar, pero aquella jornada hicimos más de 15 kilómetros caminando. No solo porque apenas paramos durante la mañana y la tarde. Durante uno de los descansos nos dio por mirar el mapa que teníamos de la ciudad y descubrimos que nos la habíamos pateado, salvo alguna excepción, de cabo a rabo. Desde las zonas turísticas a las comerciales pasando por los barrios con más sabor y con menos trasiego de visitantes. Estábamos muy satisfechos con el extenso recorrido por la ciudad. Había merecido la pena.Pero también estábamos reventados de tanto caminar. Eso sí, después de regresar a la pensión y cenar, aún nos vimos con fuerzas y con ganas de dar un último paseo por la noche de esta interesante urbe.

El paseo nocturno nos regaló un globo aerostático pintado en una puerta

Y también imágenes nocturnas como esta, en el Palacio de la Almudaina

Ni que decir tiene que aquella noche dormimos profundamente. No solo nos habíamos pegado una buena pateada por la ciudad. También debíamos descansar ante la que se nos avecinaba. Por delante nos esperaban tres días en coche recorriendo la isla a nuestro ritmo y antojo. Conocida la capital, ahora tocaba descubrir los pueblos y la naturaleza de esta isla balear.

martes, 15 de octubre de 2013

Palma de Mallorca 1: del Modernismo a la Catedral Gótica

Después de aterrizar en Mallorca y dar nuestros primeros paseos nocturnos por la capital isleña, tocaba conocer a fondo la ciudad de Palma. Aquella jornada, un 27 de septiembre de 2012, se despertó lluviosa y gris. A pesar de las inclemencias madrugamos y salimos pronto de nuestra pensión. Lo primero fue desayunar al más puro estilo local con unas tostadas de tomate, aceite y ajo. Ya con las pilas cargadas empezamos a caminar para descubrir una urbe que ya nos había cautivado las noches anteriores. Palma nos esperaba con los brazos abiertos.

Palma, con más de 400.000 habitantes, es una de las diez ciudades más pobladas de España. Y sus dimensiones son acordes a su población. Nuestro recorrido se centró básicamente en recorrer gran parte del centro histórico. Aquí, donde antiguamente las viviendas e iglesias medievales se apiñaban dentro de la muralla, conviven hoy edificios que repasan la historia de esta capital hasta nuestros días. Aquella mañana optamos por combinar los paseos por las zonas más medievales y modernistas de la ciudad.

Can Forteza Rey y Almacenes el Águila, notables ejemplos modernistas

Detalle del ornamento en Can Forteza Rey

Y una toma más de la llamativa galería de esta vivienda


La influencia que el Modernismo tuvo en la ciudad de Palma estuvo propiciada, en gran parte, por la visita y los trabajos que realizaron en la isla grandes como Gaudí o Domenech i Montaner. Pronto los arquitectos locales también se subieron al carro de las líneas curvas, los ornamentos y las formas llamativas. De ahí que hoy en día la ciudad conserve interesantes ejemplos de estas construcciones levantadas a principios del siglo XX. Sin duda, Can Forteza Rey y Almacenes El Aguila son dos de sus ejemplos más llamativos y conocidos, dada su céntrica ubicación. Son de esos edificios que hay que observar con calma, pues son numerosos los detalles que atesoran. Pero hay muchos más.

Decoración exterior de un comercio realizada en forja, típica en esos tiempos

Paseando bajo la lluvia por las céntricas calles de Palma 

Antigua casa de las medias, de 1906 y atribuida a Forteza Rey

A veces ese modernismo es pasto de solares y nuevas edificaciones

Can Corbella, otra de las construcciones señeras del Modernismo en Palma

Caleyando entre paraguas por el centro histórico de la ciudad

Detalle de la fachada del Antiguo Círculo Mallorquín, hoy sede del Parlamento Balear


El paseo mañanero estaba siendo muy gratificante. Eso si, la lluvia nos estaba complicando el recorrido más de lo que hubiéramos deseado. Por suerte todos estos edificios que conocimos estaban más o menos cerca unos de otros. Además íbamos aprovechando los balcones para resguardarnos del agua. Al cabo de un par de horas pensamos que habría una forma de evitar la lluvia hasta que escampase un poco. Aprovecharíamos para visitar el interior de la Catedral de Palma de Mallorca.

Encaminándonos hacia la Seu de Palma, mundialmente conocida por su enorme rosetón

Fachada de este templo, clave en el Gótico levantino

Jugando a los reflejos en el interior del templo, rebosante de tesoros eclesiásticos

Una de las imágenes que se guardan en la Seu, cuyas obras se iniciaron en el año 1229

Vista general de la Catedral a orillas de la pila bautismal

Toma en blanco y negro de la nave central, presidida por otro rosetón

Detalle de los altos muros que sujetan el templo

La Catedral de Palma es famosa por conservar uno de los rosetones originales más grande de la época gótica. Además guarda en su interior interesantes muestras artísticas y religiosas. Pero la Seu no solo es conocida por sus características arquitectónicas originales, también lo es por las intervenciones que tuvo a lo largo de la historia. Antonio Gaudí, por ejemplo, participó en unas obras de reforma a principios de siglo.

Retablo cerámico creado por el artista mallorquín Miquel Barceló

Rosetón, vidrieras y techo del templo en un peculiar encuadre

Vista de la torre de la catedral desde el interior del claustro

Salida de la Catedral, directa a las calles medievales de la ciudad de Palma

La verdad es que la visita a la Seu de Palma fue todo un acierto, a pesar de que ésta estaba llena de turistas que, como nosotros, también se resguardaban de la lluvia en un marco incomparable. Tras esta visita continuamos con nuestros paseos por la ciudad. Tocaba seguir descubriendo esta urbe que sorprende más allá de su Catedral. Pero esto lo dejaremos para el siguiente post.