Aquella mañana volvimos a madrugar. Después de dejar nuestra pensión en el centro de Palma fuimos a desayunar. Luego nos encaminamos hacia el aeropuerto, donde habíamos reservado el alquiler de un coche. Decíamos así hasta luego a la ciudad de Palma, donde pasaríamos una última noche antes de regresar a Asturias. Tocaba cambiar los paseos por la conducción.
Por el aeropuerto de Mallorca en busca de la oficina de alquiler
Arrancamos el coche y nos fuimos directos al puerto de Andratx.
Donde descubrimos cómo funciona la protección urbanística en determinadas zonas de la isla
La verdad es que este primer tramo de viaje en coche no tuvo nada de especial. Salimos del aeropuerto, bordeamos Palma por la vía rápida que rodea la ciudad y seguimos por la autovía hasta cerca de Andratx. Allí nos fuimos en busca del mar y del puerto. La parada en este núcleo, donde lo único sobresaliente era la cantidad de yates y apartamentos a disposición de los turistas, fue una especie de punto de salida para nuestro recorrido en coche. Ahora si que sí, atrás quedaba Palma y la zona más urbanizada de la isla. A partir de entonces la naturaleza y los pequeños pueblos serranos serían el punto fuerte del viaje. Del puerto de Andratx, tras un avituallamiento en un super para comprar comida, pusimos rumbo a San´t Elm, un pequeño núcleo situado en la parte más occidental de la isla.
El entorno de San´t Elm, más tranquilo y natural que el de Andratx
En este núcleo nos encontramos este peculiar dibujo del tío Jimi Hendrix
San´t Elm, el lugar de donde parten los barcos hacia la isla de Sa Dragonera, al fondo
Playa de San´t Elm, donde las nubes se resistían a desaparecer
A partir de aquí comenzó el verdadero viaje por la sierra de Tramuntana
Desde la pequeña y apartada localidad de San´t Elm, nos dirigimos hacia Andratx. Allí arranca (o finaliza, según se mire) la carretera MA 10, que recorre la sierra de Tramuntana de manera paralela al mar. Que nadie se piense que las panorámicas del Mediterráneo son continuas. Más bien se trata de una carretera montañosa que recorre la parte más escarpada de la isla y que, de vez en cuando, nos sorprende con miradores hacia la costa. Vamos, una delicia de vial para recorrer sin prisa y disfrutando del entorno. Nuestro recorrido nos llevó directos al núcleo de Banyalbufar. Solamente hicimos paradas para tomar fotos en los miradores y en los lugares más llamativos del trayecto.
A veces los farallones rocosos parecían cortarnos el paso
Otras veces eran las caprichosas calizas las que animaban a detenernos
Vistas de la costa desde el Mirador de Ricardo Roca
Y otra toma desde el mismo lugar pero hacia el mar, donde los colores parecían mágicos
Tras la parada de rigor, continuamos con el viaje por carretera
Y así llegamos al mirador de Ses Ànimes, excelente atalaya sobre el mar
Oteando el horizonte desde el interior de la torre vigía de Verger
La sierra de Tramuntana es, sin duda, uno de los lugares más interesantes de la isla de Mallorca. Aquí las montañas, que mueren directamente en el Mediterráneo, muestran su lado más salvaje. Quizás por ello la Unesco declaró su paisaje cultural como Patrimonio de la Humanidad. Y es que por estos lares no solo impresiona la sierra en si, sus panorámicas y su naturaleza. También sobresalen sus pueblos, sus costumbres agrícolas y su riqueza a modo de senderos y caminos tradicionales.
Cuando llegamos a Banyalbufar hicimos una parada obligatoria
Un pequeño núcleo famoso por sus bancales y su producción vinícola
Después de tanto conducir, el paseo por sus calles nos supo a gloria
Un núcleo donde abunda la piedra y el color verde en las ventanas
En muchas calles el frescor y el color verde lo aportan las plantas
Banyalbufar, donde las casas parecen estar colgadas sobre el mar
Cuando llegamos a Banyalbufar aparcamos el coche en el primer lugar que encontramos libre. Paseamos tranquilamente para estirar las piernas después de esta primera parte de recorrido en coche. Pero no solo eso. También disfrutamos de sus calles, de sus vistas y de su tradición vinícola. Tras un buen rato de paseo por calles prácticamente desiertas, entramos en un bar para probar los caldos del lugar. Disfrutar de un vino blanco en un mirador con vistas al Mediterráneo es de esas cosas que no tiene precio.
Un último vistazo a Banyalbufar antes de continuar con la ruta
Después de la visita a este núcleo serrano tocaba continuar con el viaje por la Tramuntana. Por delante nos esperaban destinos tan llamativos con Valldemossa o Deiá. Pero esto lo dejaremos para otro post.