lunes, 26 de noviembre de 2012

Picos Albos, Somiedo y sus lagos a vista de pájaro

A mediados de octubre regresamos a Somiedo después de mucho tiempo para hacer una ruta de montaña. En esta ocasión la idea era atacar las cumbres de los Picos Albos, de 2.071 y 2.109 metros de altitud. La mañana se presentaba fresca y soleada. Todo hacía presagiar una jornada de monte intensa y gratificante. Y así fue. Las cumbres de estas cimas somedanas nos regalaron unas estupendas vistas sobre la zona lacustre más importante de Asturias. Un día de diez.

De buena mañana comenzamos la ruta en el alto de la Farrapona

Superando los primeros desniveles con el lago de la Cueva al fondo

No tardamos en divisar nuestros objetivos: los Picos Albos

Cruzando las vegas de Camayor y buscando el chozo de pastoreo, al fondo

En principio la ruta no entraña dificultad de orientación. Nosotros fuimos siguiendo algún que otro sendero poco marcado y en ocasiones enjitado. La ruta es bastante obvia, si bien nunca está de más llevar un mapa de la zona. Nuestro recorrido particular fue más o menos circular. Es decir, no solo hicimos cumbre, también bordeamos estas esbeltas montañas.

Siempre hacia arriba, ahora con el lago Cerveriz al fondo

Superado el primer collado, las vistas mutan

Lo suyo es subir hasta el collado que hay entre los dos picos y que se aprecia en la foto anterior. Sin embargo nosotros fuimos bordeando el Albo Occidental para así ganar altura. Cuando ya teníamos la cumbre a mano pudimos atacarla directamente. Pero dado la nieve y las horas, el hielo todavía aguantaba, optamos por seguir un sendero y así buscar la cara más soleada de la montaña.

El Albo Occidental y a la derecha el sendero que nosotros tomamos

Ya en la solana subimos sin tregua y con unas vistas de infarto sobre el lago del Valle

Ahora ya no cabía otra: subir a degüello hasta alcanzar la cima

A mayor altitud, mejores vistas: el lago del Valle y todo su valle glaciar a nuestros pies

Superado el fuerte desnivel, llegamos a la cresta. La cima estaba a un paso

Ya en la cumbre occidental, pusimos nuestros ojos en el otro Albo, el oriental

Una vez alcanzada la cumbre nos tomamos un descanso. Desde esta privilegiada atalaya también divisamos por donde debían ir nuestros pasos. Tendríamos que bajar al collado y después volver a subir para alcanzar la otra cima, ligeramente más alta. A pesar de ser dos cumbres muy cercanas sus vistas son muy diferentes.

En el collado abundan las simas, así que en invierno con cuidado...

Por momentos el lugar daba la sensación de ser un desierto nevado

Subiendo hacia el Albo Oriental y disfrutando con las panorámicas

El lago Calabazosa desde la cumbre del Albo Oriental (2.109 metros)

Jugando con las grietas de una cima castigada y quebrada por los fríos extremos

Tras la parada de avituallamiento en la cima, iniciamos el descenso

Por la derecha Albo Oriental, Occidental y Pico Rubio

El regreso al coche nos costó más de lo que pensábamos. Nuestra idea era bordear el Albo Oriental y descender hasta el lago Calabazosa. Sin embargo aquí no encontramos sendero alguno y tuvimos que improvisar con la ayuda del mapa. La bajada fue tan intensa o más que la ascensión. Y muy divertida.

Buscando el mejor camino para bajar al lago

El Albo Oriental visto durante el descenso

Como seguíamos sin dar con el camino de bajada, optamos por esperar a unos montañeros que nos habíamos cruzado en la cima y que también iban a bajar por donde nosotros queríamos. Uno de ellos, al que apodamos cariñosamente como el John Mayall de la montaña, nos fue guiando por veredas hasta que llegamos abajo. En algunos momentos la ruta era vertical y las caídas de varios centenares de metros. Incluso tuvimos la sensación de flotar sobre las masas lacustres de Somiedo.

Momento de reunión: leyendo el terreno para bajar despacito y con buena letra

Myriam observando la impresionante caída hasta el lago Calabazosa

Cada vez más cerca de terreno seguro, intentad buscar al resto de expedición

Último tramo de la bajada, donde Myriam sirve de referencia para ver las dimensiones

Al final llegamos sanos y salvos hasta el lago Cerveriz

Donde hicimos un pequeño descanso

Ahora solo quedaba caminar por la pista y bajar hasta el lago de La Cueva

Las luces de la tarde eran realmente llamativas

Y el lago se mostraba en todo su esplendor

Un último vistazo al valle de Saliencia antes de regresar al coche

Y un pequeño homenaje otoñal ya muy cerca del coche

Sin duda la jornada montañera había merecido mucho la pena. Así que como mandan los cánones, dimos por terminado el día tomando una cerveza bien fresca. Al fin y al cabo nos lo habíamos ganado. No solo por la subida, también por la bajada y por las vistas y por el otoño y por la montaña en general. Un gustazo.

viernes, 23 de noviembre de 2012

El frente del Nalón, por los senderos de la Guerra Civil

A mediados del pasado mes de octubre aprovechamos unos días de descanso para hacer un poco de montaña. Entre el verano, las vacaciones y demás, apenas habíamos tenido tiempo para disfrutar de uno nuestros vicios. Ni cortos y algo perezosos nos fuimos a Candamo. La noche anterior trasnochamos de más, así que tuvimos que planificar una salida cercana y corta dadas las horas a las que nos levantamos. Así pues, nos acercamos a conocer los recorridos que no hace mucho se inauguraron en las sierras de Bufarán y El Pedroso. Unas rutas que unen lo paisajístico y lo histórico.

Estas sierras, ubicadas entre los concejos asturianos de Candamo, Illas, Las Reguerras y Grado, conservan un rico patrimonio militar. Es posible ver numerosos restos construidos durante la Guerra Civil: casamatas, trincheras, refugios, observatorios, nidos de ametralladora.... Todo ello aderezado con unas más que interesantes vistas de la zona central de Asturias. Además,las rutas son aptas para todos los públicos y muy didácticas. Vamos, una excursión más que obligatoria.

Comenzando la ruta cerca de los molinos, punto de partida muy visible

Una de las formas de acceder a esta sierra es llegar hasta el alto de La Reigada, en la carretera que une Grado con Avilés. Desde allí se sube hasta el área recreativa de La Degollada y en seguida se ven los carteles que marcan el inicio de las rutas. En total hay tres recorridos de 3´9, 3´6 y 5´8 kilómetros respectivamente. Aquella jornada realizamos uno y medio dadas las horas en las que nos movíamos. Pero se pueden hacer los tres recorridos en un solo día. Eso o disfrutar de la zona en varias visitas.

Pronto aparecieron las construcciones marcadas por la historia y los disparos

Observando los molinos de viento bien de cerca

Las panorámicas en algunos puntos son de 360º, como en este mirador

La senda, bien marcada y señalizada, no tiene pérdida y apenas desniveles
La ruta, por momentos, se interna en bosques de castaños

Los colores y las formas salieron pronto a nuestro paso

Hasta tuvimos tiempo de disfrutar de las setas, muy variadas por estos lares

Desde el área recreativa de La Degollada parte la tercera ruta, quizás la más completa de todas. En este tramo de la sierra las construcciones militares abundan y además son muy variadas. Es también la ruta más larga. Con la tarde avanzada nos adentramos en este misterioso lugar donde con un poco de imaginación se pueden entender las penurias que sufrieron aquellos que construyeron, habitaron y defendieron estas posiciones. No hicimos el recorrido completo, pero quedamos tan satisfechos que seguro que volveremos.
Una de las múltiples trincheras camufladas hoy entre pinos

Myriam, cual soldado, patrullando pasos labrados en roca

La ruta también permite acceder a varios nidos de ametralladora

Disparando fotos desde donde en otro tiempo se dispararon tiros

Aquí el nido perfectamente oculto en el paisaje

Entrando en un refugio, construido para cuando las cosas se ponían feas

Otro de los numerosos nidos de ametralladora que se pueden ver en torno a la ruta

Luces y sombras de una guerra que marcó a estas sierras y a sus gentes para siempre

Salvando las distancias y los tiempos, se podría decir que estas sierras fueron como el frente del Ebro en Asturias. Aquí se libraron batallas que pudieron definir el devenir de la contienda. Una historia que queda muy bien explicada en los paneles y muy bien comprendida en el terreno. El paso del tiempo, la vegetación y otros factores permitieron que multitud de elementos militares quedaran tal y como fueron abandonados. Gracias a una más que correcta actuación, se ha sabido revalorizar un elemento existente sin tener que dilapidar dinero a mansalva. Vamos, todo lo contrario a esas obras faraónicas que buscaban conseguir algo nuevo y que solo trajeron derroche.
Durante la ruta también hubo tiempo para los reflejos

Colores otoñales haciéndose intensos durante las últimas horas de la tarde

Vistas hacia el oeste de la Asturias de la que regresábamos al coche

Batería de artillería, otrora ocupada por cañones

Y una última toma del ocaso antes de regresar a casa

Más que satisfechos regresamos a casa. No solo habíamos retomado la sana tradición del monte. También habíamos redescubierto una zona repleta de historia y abundante en panorámicas. Vamos, una jornada para compartir y también para repetir.