martes, 31 de enero de 2012

Zamora: entre el románico y el modernismo

Para finalizar la ruta que habíamos iniciado el puente de diciembre, nos acercamos a Zamora. Allí pasamos una última noche y disfrutamos de una ciudad con enorme encanto. Con catorce templos románicos y cerca de una veintena de edificios modernistas catalogados en su casco histórico, Zamora es una de las ciudades más interesantes de Castilla y León. A pesar de que muchos la sitúen fuera de las rutas turísticas por la zona, la ciudad merece una visita. Su sabor medieval se complemente, además, con su gastronomía y sus zonas de tapas y vinos. Vamos, toda una delicia indispensable.

El río Duero, a su paso por el puente de piedra, define la fisionomía de la ciudad

En las últimas jornadas, me había percatado de un fallo en la cámara fotográfica. Durante el viaje por Zamora, el fallo fue a más y era perceptible en casi todas las imágenes. De ahí que en este recorrido visual falten muchas imágenes necesarias, como la de la Catedral románica. Por suerte la cámara ya está arreglada, así que habrá que volver a Zamora para rematar la sesión fotográfica. Y es que la ciudad, a pesar de su reducido tamaño, ofrece demasiado para una estancia de un solo día.

Rosetón y pórtico de San Juan, en la Plaza Mayor

Derroche ornamental en el pórtico de entrada de la Iglesia de la Magdalena

Ábside de la iglesia de Santa María la Nueva

Nuestro recorrido por la ciudad de Zamora estaba prácticamente cantado antes de llegar. Más aún teniendo en cuenta nuestro gusto por el románico y por el modernismo. Primero paseamos por la zona de la Catedral y pensamos en dejar para más adelante la visita al Castillo. Luego fuimos caminando por las calles de intramuros donde a cada paso nos sorprendían las iglesias románicas. Y ayudados por un mapa no tardamos en localizar y visualizar los principales edificios modernistas de la capital zamorana.

Torre de la iglesia de San Vicente, junto al teatro municipal

Casa Tejedor, obra del arquitecto Francesc Ferriol

La riqueza modernista de Zamora se debe, en gran parte a este arquitecto catalán. Ferriol llegó a Zamora en 1908 después de trabajar en su comunidad natal para ocupar el puesto de arquitecto municipal. De ahí que la ciudad cuente con buen numero de edificios modernistas obra de este arquitecto. Ferriol no solo dejó su impronta en las calles de la ciudad, también dejó bien alto el nivel arquitectónico de Zamora.

Una visión peculiar sobre la fiebre comercial que se produce en Navidad

Poco a poco la noche fue cayendo. Hicimos un pequeño descanso para buscar alojamiento y así garantizarnos calor para una velada que se presentaba fría. Después continuamos con el paseo por la ciudad. Eso si, optamos por intercalar las visitas gastronómicas en la ruta románica y modernista. No faltaron las ancas de rana y otros manjares bañados en vino de toro.

El edificio del Casino o Círculo de Zamora, uno de los más llamativos de la ciudad

Un paseo a tres bandas: bares, modernismo y románico

Toma nocturna y en blanco y negro de la iglesia de la Magdalena

Vista parcial de la Casa de Valentín Guerra, construida en 1907

Los detalles modernistas de la ciudad, aflorando a cada paso

Iglesia de Santiago del Burgo, con añadidos que no han roto su encanto románico

Aprovechando que ya estábamos metidos en harina vinatera, hicimos una pequeña parada en el paseo. Optamos por tomarnos una degustación en el Casino de Zamora. Aquí, sin duda, lo más interesante no estaba en los caldos o en las tapas, sino en el propio edificio. La parada no tenía otro objetivo que conocer el interior de este local modernista.

Allí nos encontramos con techos decorados vegetalmente

Iglesia de San Andrés, reedificada pero de origen románico

Iglesia de Santa Lucia, uno de los templos románicos más reformados de la ciudad

Dadas las horas y después de visitar las dos zonas de vinos de la ciudad, nos acercamos al barrio más próximo al río Duero. El objetivo era doble. Por un lado buscábamos un bar donde esa misma noche había un concierto de homenaje a Jimi Hendrix. Por otro, queríamos conocer las iglesias románicas de esta zona de la ciudad, que no son pocas.

Iglesia de Santa María de la Horta una de las más próximas al Duero

La niebla haciendo de las suyas tras el concierto homenaje a Jimi Hendrix

La noche, entre cañas, vinos, tapas y conciertos, se alargó más de la cuenta. Así que cuando pensamos en regresar al hotel era más tarde de la cuenta y habíamos cerrado todos los bares del casco histórico. Estuvimos a punto de continuar con la fiesta fuera de la ciudad, pero finalmente optamos por descansar. Eso sí, antes de regresar quisimos inmortalizar el fin de fiesta zamorana en blanco y negro.

Alrededores de la Plaza Mayor de de Zamora a últimas horas de la noche

Tras el breve pero reparador sueño, regresamos de nuevo a las calles de la ciudad. La idea era dar un último paseo a modo de despedida antes de regresar a Asturias. Todavía nos quedaban muchas cosas por ver y descubrir en esta capital que nos estaba dejando un muy buen sabor de boca.

Detalles modernistas a pie de calle y de tienda

Durante el paseo matutino por Zamora no faltaron los reflejos

Nuestros pasos nos llevaron a los alrededores del mercado de abastos

Interior del mercado, también de corte modernista

Más edificios modernistas en el centro de Zamora

Y un último vistazo a la calle de Balborraz, una de las míticas de la ciudad


Con mucha pena y poca gloria abandonamos Zamora. Las 24 horas que habíamos pasado en la ciudad nos habían sabido a poco. Así que de la que marchábamos coincidimos en que no tardaríamos en volver a visitar esta capital donde la historia rebosa a cada paso. Fueron muchos los interiores de iglesias que no conocimos. Sin ir más lejos el de la Catedral. Así que no tenemos elección. Volveremos a Zamora.

domingo, 22 de enero de 2012

Toreando la niebla en Toro (Zamora)

Continuando con la ruta por la meseta y tras la irrenunciable noche de merienda en Montemayor de Pililla, llegamos a Toro. Allí la ciudad zamorana nos recibía con una intensa niebla. Este espeso meteoro fue el que marcó el recorrido visual. La niebla se encargó de definir las pautas en las mejores tomas de la jornada. Tanto por la noche como por la mañana, las fotos se vieron empapadas de misterio gracias a la niebla. Eso si, las mediciones y demás no fueron tarea fácil.

Poniendo a punto las mediciones, comienza el paseo

Blancos, negros y niebla sobre la Colegiata

Perdiéndonos por estrechas calles cerradas por la niebla

La historia de Toro está presente en cada piedra, en cada ladrillo

Luces incendiando la noche de Toro

Entre vinos y fotos llegamos a la Plaza Mayor

Otra toma monocromática, esta vez de la calle Mayor de Toro

Jugando a la locura de las luces y la niebla

La noche estaba fría. Así que entre paseo y foto fuimos intercalando los vinos. Llegar hasta aquí y no probar sus conocidos caldos hubiese sido un error. Así que la velada pasó casi sin darnos cuenta y de manera entretenida. A la mañana siguiente continuamos con el paseo por la ciudad toresana. Todavía teníamos que descubrir los tesoros artísticos de la ciudad que la niebla nos había impedido ver la noche anterior.

A la luz del día empezamos a ver los detalles de otra manera

Muchas iglesias salpican el tejido urbano de Toro

La de San Lorenzo el Real, románico - mudéjar, es una de las más interesantes

La historia seguía en la ciudad mientras la niebla iba remitiendo

Toma atípica de la Colegiata de Toro, una auténtica joya del Románico

En el interior solo pude tomar esta imagen, estaba prohibido hacer fotografías

Nos quedamos con las ganas de hacer muchas fotos en el interior de la iglesia. Pero para ello era necesario un permiso del Obispado. Eso si, disfrutamos de las innumerables joyas artísticas que se guardan en su interior. Sin duda, lo más llamativo de todo es el pórtico de la Majestad. Una auténtica obra maestra.
Visitada la Colegiata, continuamos con el viaje por tierras zamorana

Abandonamos la ciudad de Toro más que satisfechos. No solo sus vinos nos habían dejado un buen sabor de boca. También su historia y su abundante patrimonio. Pero el viaje no terminaba aquí. La siguiente parada sería en Zamora, conocida también por su extensa riqueza artística.